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Quisiera yo dar aquí noticia de otros cuentos y novelas recientemente publicados. La cosecha, como ya indiqué, es abundantísima en el siglo presente y también lo fue en el pasado. Me arredra, pues, fatigar a mis lectores. Hoy, por último, sólo daré cuenta de una novela de un escritor sevillano, conocido ya por erudito y también por elegantísimo e ingenioso poeta.

No puede negársele indubitable talento; pero debemos deplorar, que, así él como La Cueva, empleasen mal sus esclarecidas dotes por falta de gusto artístico, y produjesen poco digno de gran estima. Sus defectos se asemejan mucho á primera vista á los del poeta sevillano, al cual se parece también por las combinaciones métricas de sus piezas.

Aquella que a la Nela se apareció era según el modo Rafaelesco, que es el más sobresaliente de todos, si se atiende a que la perfección de la belleza humana se acerca más que ningún otro recurso artístico a la expresión de la divinidad. El óvalo de su cara era menos angosto que el del tipo sevillano, ofreciendo la graciosa redondez del tipo itálico.

Todavía entrado el siglo XVII, además de los particulares, el mismo Concejo sevillano costeaba «oficialmente» un rezador, el cual no consta que fuese ciego, más para el caso no es esencial la diferencia.

Al tratar de la colección del ilustre Veinticuatro sevillano, dice lo siguiente: "El retrato de Monardes existía en Sevilla en el Museo de Gonzalo Argote de Molina. Este museo, continúa Castro, fué uno de los primeros de Europa en aquel tiempo, y tal vez, el único de España.

También un compatriota del señor Muñoz Pabón, el sevillano Diego de Hojeda, compuso un hermoso poema sobre la muerte y pasión de Cristo; pero Hojeda nada inventa ni añade a lo esencial de los sucesos que los Evangelios refieren. La actividad de su imaginación se emplea sólo en lo alegórico, simbólico y ultramundano.

La sacristía contiene riquezas inmensas en joyas y vasos sagrados, y es prodigiosa la pompa que el clero sevillano despliega en la Semana Santa para el tocado y las vestiduras de la Virgen. ¡Cuántas miserias no serían aliviadas si la Iglesia católica, renunciando á un lujo de ostentacion que ofende la majestad inmaterial y suprema de la Divinidad, y que desvirtúa la noble sencillez del cristianismo, renunciase á las costumbres paganas y consagrase á la enseñanza y la beneficencia los inmensos tesoros improductivos que yacen en las sacristías!

De ese modo el noble sevillano fabrica aceite de todos los olivares de la comarca, sin tener que cultivar ninguno. Probablemente el marqués considera que, siendo cosa corriente aquello de que «ladron que roba á ladron tiene cien dias de perdonno hay inconveniente en aplicar el principio á los pájaros literalmente.

En repetir las palabras de los mozos y en remedar y contrahacer el modo y los ademanes con que las decían entretuvieron el camino hasta Toledo; y luego, siendo la guía Carriazo, que ya otra vez había estado en aquella Ciudad, bajando por la Sangre de Cristo, dieron con la posada del Sevillano; pero no se atrevieron a pedirla allí, porque su traje no lo pedía.

Un bello paseo público, una plaza con pretensiones de elegancia, algunas casas de estilo moderno y uno ó dos periódicos, he ahí lo que en Córdoba da alguna idea de la vida actual. El tipo de la raza hace un vivo contraste con el de la ciudad. Es el mismo tipo sevillano, aunque un poco ménos expansivo y jovial.