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Actualizado: 29 de octubre de 2025
Y yo no estoy para oír sermones ni aguantar pullas ni traducir reticencias.... ¡Hasta Teresa anda en ello! ¡Dos veces a palacio!... ¡El niño perdido.... Esto es insufrible!...». El reloj de la catedral dio la hora con golpes lentos; primero, cuatro agudos, después otros graves, roncos, vibrantes.
A los sermones de cualquiera, no hay para qué ir prosiguió De Pas por más que a veces la palabra de un pobre cura de aldea encierra en su sencillez tosca tesoros de verdad, enseñanzas lacónicas admirables, rasgos de filosofía profunda y sincera, parábolas nuevas dignas de la Biblia; pero como esto es pocas veces, conviene acudir a los sermones de oradores acreditados.
Yo conozco sermones alemanes probando que Jesús fué partidario del militarismo. El orgullo germánico, la convicción de que su raza está destinada providencialmente á dominar el mundo, ponía de acuerdo á protestantes, católicos y judíos.
La fama del loco duró mucho tiempo en Sevilla, y algunos que tuvieron la curiosidad escribieron varios de sus chistosos sermones, los cuales se conservan en un códice del siglo XVII, según se los escucharon y se imprimió por la Sociedad de Bibliófilos Andaluces.
Eran, digámoslo así, Damón y Pithias tonsurados, Orestes y Pílades con cerquillo. No pasaron ciertamente por frailes de gran ciencia, ni lucieron sermones gerundianos, ni alcanzaron sindicato, procuración o pingüe capellanía, y ni siquiera dieron que hablar a la murmuración con un escándalo callejero o una querella capitular.
Empiezan invariablemente sus sermones morales de un modo que inspira entusiasmo. «Ustedes los periodistas, que son medio locos...» «Usted, que no hará nada en América porque es hombre de pluma...» Y todos ellos convienen en que para hacer camino hay que haberse educado detrás de un mostrador, iniciándose en el sublime arte de vender por cincuenta lo que vale diez, gastando sólo dos de los cuarenta de ganancia.
Como que es un conjunto de predicadores, y no baja de ocho a diez sermones los que se oyen por día, todos sobre la cosa pública, amiga mía, y criticando, criticando, que es lo que a mí me gusta. Habrá Cortes dije yo porque en la Isla están pintando y arreglando el teatro para salón de sesiones. ¿Pero es en un teatro? Yo pensé que en una iglesia dijo doña Flora.
Nada de esto habría. No tendría la mujer jubileos ni novenas, ni oiría sermones, ni adornaría con flores ningún altar, ni engalanaría ninguna cruz de Mayo, ni se complacería tanto en el mes de María.
¡Por Dios! tía, déjeme usted, márchese, quiero estar solo; no tengo gana de oír sermones. Y se puso cara a la pared, rezongando.
Que el misal fuese una novela y el copón una huevera, no era motivo de escándalo, porque la inocencia lo santificaba todo con su carácter altamente divino. Riquín hacía al principio de sacristán; pero empezó a mostrar tales disposiciones, que pronto dijo también sus misas y echaba graciosos sermones.
Palabra del Dia
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