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Actualizado: 12 de junio de 2025
Y Cervantes que esto vio, turbado con lo que le acontecía, abriéndose el coleto, la dijo con voz serena, pero triste y apenada.
Catalina, frente a aquel grandioso espectáculo, se sentía más serena, más tranquila que durante el sueño. «¿Qué importancia tienen nuestros dolores pasajeros, nuestras inquietudes y nuestras penas? se decía la anciana . ¿Para qué importunar a la Providencia con nuestras lamentaciones? ¿Por qué temer el porvenir?
La voz, sin perder su serena pausa, dijo entonces desde las tinieblas: Vocavi et renuistis... Vocavi et renuistis? preguntóse Jacobo sin comprender el significado de la terrible frase.
Se detuvo temiendo el efecto de su confesión. Sin embargo, Nancy permaneció completamente tranquila en su asiento, salvo que sus miradas se dirigieron hacia el suelo, dejando de encontrarse con las de Godfrey. Estaba pálida y serena como una estatua de la meditación, con las manos unidas sobre las rodillas.
Después las notas se precipitaban, límpidas, luminosas, con algo de ansiedad, y en el aire se iba formando una idea musical, pura, serena y como desasida de su mismo origen sonoro. Las límpidas notas, súbitamente contenidas, tornaban en dulce murmullo. Ahora el motivo era un alma, con la palpitación del ritmo pugnaba por subir, vacilante, a las regiones inefables.
Señor don Gil objetó María de la Paz haciendo esfuerzos para aparecer serena: no creía yo que fuese usted tan libertino. Vamos, nosotras teníamos de usted otra idea; creíamos que.... Yo soy, señora, un hombre como los demás. Admiro las obras bellas de la Naturaleza, y una mujer hermosa es....
El cielo azul se me aparecía radiante y allá arriba resaltaba la serena cumbre de la montaña. Las nieves, bordadas por las aristas de las rocas como con delicados arabescos, brillaban con argentino resplandor y el sol las orlaba con un ribete de oro.
Id sin cuidado; ya os lo he dicho, estoy resuelta. ¡Adiós! repitió el tío Manolillo, y salió por la puerta de la alcoba. Que entre ese caballero dijo Dorotea. Y puso de nuevo los ojos en su papel, tranquila, serena, como si nada la hubiera acontecido. Sólo la quedaban como vestigio de la tormenta dos círculos ligeramente morados alrededor de los ojos.
La verdad es que la noche está hermosa.... Parece de Agosto. Cuando contemplo el cielo, de innumerables luces rodeado y miro hacia el suelo... perdóname, hija mía, sin querer me vuelvo a mis versos.... ¿Y qué? mejor, Quintanar: eso es muy hermoso. La Noche Serena ya lo creo. Hace llorar dulcemente. Cuando yo era niña y empezaba a leer versos, mi autor predilecto era ese.
El Conde planteó el problema de tal suerte, que fué menester que la incógnita se despejase. Elisa escamoteó, negó todos sus coqueteos, y el Conde se apartó serena y hasta fríamente de su pretensión amorosa. Volvieron los coqueteos; se renovaron las exigencias; ella negó de nuevo, y el Condesito, sin darse por ofendido, desistió por completo de hacer la corte a Elisa.
Palabra del Dia
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