Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 20 de noviembre de 2025
De seguro que al llegar a Villaverde tendría yo carta de Linilla, y acaso dentro de pocas semanas vendría el Padre, y con él Angelina. ¡Bueno era el santo señor para no traerla!
El qué dirán, el temor de que la gente se enterase, era también rémora de su deseo. Por último, la Condesa, a poco de muerto su esposo, cayó en cama con una grave enfermedad, y apenas tuvo tiempo para tomar sus disposiciones y cumplir lo prometido. Después vivió algunas semanas, pero trastornada, sin pleno conocimiento ni memoria de las cosas y de las personas. Luego murió.
No vaciló un instante: su obligación era correr al lado de este hombre. Había reflexionado mucho en las últimas semanas. La guerra le había hecho meditar sobre el valor de la vida. Sus ojos contemplaban nuevos horizontes; nuestro destino no está en el placer y las satisfacciones egoístas: nos debemos al dolor y al sacrificio.
El Buena Tinta le venía de sus amistades con Ben Zayb, cuando éste, en las dos ruidosísimas polémicas que sostuvo durante meses y semanas en las columnas de los periódicos sobre si debía usarse sombrero hongo, de copa ó salakot, y sobre si el plural de caracter debía ser carácteres y no caractéres, para robustecer sus razones siempre se salía con «cónstanos de buena tinta,» «lo sabemos de buena tinta,» etc., sabiéndose despues, porque en Manila se sabe todo, que esta buena tinta no era otro que D. Custodio de Salazar y Sanchez de Monteredondo.
Debía ir á Niza para que le reservasen un sitio en la oficina de coches-camas. Pensaba en enviar á don Marcos; luego desistía, encontrando preferible ir él mismo. Y pasaban las semanas sin realizar este breve viaje, preliminar del viaje á París, pareciéndole ambos igualmente largos.
Así se instruirán, y aunque sea con vuelo inseguro, elevarán el alma a las más altas regiones a donde puede subir nuestro entendimiento o nuestra fantasía. El regionalismo literario en Andalucía. En Junio de 1856, si no me es infiel la memoria, pasé yo muy agradablemente tres semanas en la famosa ciudad de Moscú, capital de todas las Rusias.
Era invierno, llovía o nevaba por espacio de semanas enteras, y cuando un rápido deshielo liquidaba la nieve, parecía aún más negra la ciudad después del breve deslumbramiento que la había envuelto un instante.
Cuando estaba solo y entregado a sus reflexiones, asustábase de las audacias de su pensamiento; pero oyendo al principal enardecíase, y entre las cenizas de su carácter tímido y apático asomaba el fuego del aventurero. Las contiendas entre don Eugenio y su antiguo dependiente los separaban, y a pesar de hacer la vida bajo el mismo techo, pasaban semanas sin hablarse.
Me temo que vuestra debilidad y vuestra imprevisión van a ser causa de una gran desgracia. ¡Qué infundado es vuestro reproche, Catalina! No transcurre un minuto que yo no tenga presente el fin sagrado que me he propuesto. Lo creo, pero desde hace algunas semanas os negáis a hacer sacrificios para conseguirlo.
Entonces comenzaron a sufrir adversidades, escasez, pobreza, y hubieran llegado hasta verse miserables, si la muerte, que esta vez llegó a tiempo, no atajara sus desdichas. Ambos murieron con pocas semanas de diferencia, dejando en el mundo una niña de diez años, fruto de su amor, la cual tuvo por única herencia el despejo y la hermosura de su madre.
Palabra del Dia
Otros Mirando