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Actualizado: 1 de mayo de 2025


Ellos, ó traten burlas, ó sean veras, Sin aspirar á la ganancia en cosa, Sobre el convexo van de las esferas: Pintando en la palestra rigurosa Las acciones de Marte, ó entre las flores Las de Venus mas blanda y amorosa. Llorando guerras, ó cantando amores La vida como en sueño se les pasa, O como suele el tiempo á jugadores.

Partiéronse los tres Embajadores á Sicilia, con que la gente quedó con algunas esperanzas de que Don Fadrique les socorrería; porque siempre, aunque sean muy flacas, animan y alientan á los muy necesitados.

Nosotros permanecerémos cada vez mas inmobles, y lejos de zozobrar en la borrasca tomarémos mas aliento al paso que sean mayores los peligros que nos cerquen; pues el cristiano no cede fácilmente á la maldad, degradándose con el abatimiento que la acompaña, antes bien descubre mas su grandeza de alma cuanto mas se empeñan los tiranos en envilecerle.

Aquí están dijo el señor ingeniero y su hermano, el caballero de anoche. Miraban los tres hombres con visible interés al ciego que se acercaba. Hace rato que te estamos esperando, hijo mío dijo el padre tomando a su hijo de la mano y presentándole al doctor. Entremos dijo el ingeniero. ¡Benditos sean los hombres sabios y caritativos! exclamó el padre, mirando a Teodoro . Pasen ustedes, señores.

No hay allí rostro amenazador ni mirada torva; aquellos hombres pueden haber estado por graves delitos remando en las galeras, acaso sean salteadores de caminos; pero en aquel momento el regalo les ha hecho mansos: están pacíficos, contentos, saboreando la deleitosa embriaguez que en lugar de excitarles a la pendencia o el delito parece que les abstrae, aislándolos del mundo como si en él no hubiera nada digno de preocuparles, ni gloria, ni codicia, ni lascivia, cuyo gusto pueda compararse a la sensación gratísima que les causa el mosto al resbalar por el gaznate.

Yo he pensado siempre lo contrario, señor; los hombres jóvenes si valen es por lo que prometen para cuando sean viejos. Pero los viejos no prometen nada, señor, y en la vida hay que prometer siempre... para valer algo... ¡aunque después no se de nada! contestó don Casiano, riéndose. Es que ellos han dado y siguen dando.

Mientras acudía a remediar el desperfecto, D. Paco estaba en tierra de rodillas, con los brazos en cruz y la mirada fija en el techo y con voz compungida y entrecortada, mientras gruesos lagrimones lustraban sus mejillas, decía: ¡Señor Omnipotente y Misericordioso: que estas agonías sean en descargo de mis pecados!

Yo he satisfecho agravios, enderezado tuertos, castigado insolencias, vencido gigantes y atropellado vestiglos; yo soy enamorado, no más de porque es forzoso que los caballeros andantes lo sean; y, siéndolo, no soy de los enamorados viciosos, sino de los platónicos continentes.

España va á despertar. ¡Ay de aquellos que sean sorprendidos en el error, cuando la patria sacuda su letargo, abra los ojos y vea...! Fernando no contestó: había inclinado la cabeza y parecía muy meditabundo. La luz de una lujosa lámpara le iluminaba completamente el rostro, aquel rostro execrable que, para mayor desventura nuestra, reprodujeron infinidad de artistas, desde Goya hasta Madrazo.

Pero dejemos con su cólera a Sancho, y ándese la paz en el corro, y volvamos a don Quijote, que le dejamos vendado el rostro y curado de las gatescas heridas, de las cuales no sanó en ocho días, en uno de los cuales le sucedió lo que Cide Hamete promete de contar con la puntualidad y verdad que suele contar las cosas desta historia, por mínimas que sean.

Palabra del Dia

ciencuenta

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