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Todo esto es verdad, y, sin embargo, estimando a Pedro Sánchez más que nadie, no acabo de convencerme de que Pereda y yo nos equivocásemos tan de medio a medio; y sea montañesismo, sean recuerdos infantiles, vuelvo siempre con amor los ojos hacia el poeta de La Robla y de La Leva, y por más esfuerzos que hago, no puedo simpatizar con Matica y sus amigos, ni con el señor de Valenzuela, como simpatizo con don Silvestre Seturas o con don Robustiano Tres-Solares.

Tanto que a los pocos días le llevó sigilosamente hacia un rincón y le dijo con misterio que si se lo permitía iba a dar «otro tiento» a Sánchez: desconfiaba bastante del éxito, pero iba a hacer un esfuerzo supremo... «Ya veríamosEn el pecho del joven escultor renacieron súbito las esperanzas.

En alta voz, afectando una calma que estaba muy lejos de tener, le dijo: «Si tanta extorsión te cansa, no hay nada de lo dicho». No puedo, no puedo. Es un compromiso tan grande el que tengo... manifestó la Sánchez en el tono de quien corta una cuestión. Bueno, no te apures... Con que... ¿y cómo no han ido ustedes a baños? Este cambio completo en la conversación, puso a Rosalía sobre ascuas.

Prosiguieron en silencio su camino, y poco antes de llegar a G..., se detuvieron en un ventorro a refrescarse. Había allí un hombre de baja estatura y recias espaldas que paladeaba un vaso de vino para marcharse también. Este hombre trabó inmediatamente conversación con ellos, lo que no es raro en España. El ingenioso Sánchez aprovechó la ocasión para pedirle datos acerca del reo que iba a ver.

La misma antigüedad le el presbítero D. Francisco Sanchez de Feria, hijo del conocido autor de la Palestra Sagrada, en su Descripcion moderna y antigua de la ciudad de Córdoba que posee m. s. é inédita nuestro erudito y bondadoso amigo el Sr. D. Valentin Carderera.

En sus manos largas, algo grandes para sus brazos delicados, había mucho de Sánchez Morueta. Era la primera evolución de la estirpe hacia el afinamiento de la ociosidad y el bienestar, guardando aún los signos de su origen.

Aguarde usted dijo Refugio . Se me ocurre una cosa. Basta que haya prometido socorrer a usted, para que no me vuelva atrás. La palabra de una Sánchez Emperador es palabra imperial... Y sobre todo, tratándose de la familia... «Suelta la familia de tu boca asquerosa» le hubiera dicho Rosalía. Pues se me ocurre que puedo pedir eso a una amiga.

No había ejemplar más a propósito para el estudio. D. Pantaleón comenzó por observarle atentamente durante horas enteras. Esta atención inesperada escamó muy pronto al Clavel. La mirada de Sánchez le ponía inquieto, nervioso. A los pocos minutos no podía menos de levantarse del sitio donde se hallaba para ir a tumbarse más lejos.

Miguel Sánchez desea que se introduzca en sus comedias algún personaje, que pronuncie siquiera veinte versos seguidos, porque los de sus obras dramáticas preguntan y responden con tanta prisa, que hacen pensar si el poeta no habrá sabido escribir más largos discursos, con sus pensamientos y máximas correspondientes.

Lo he encontrado en la estación del Desierto, y al saber que habías llegado vino conmigo. Quiere hablarte: dice que te esperaba con impaciencia. Sánchez Morueta hizo un gesto de desprecio. Que aguardase. Algún asunto urgente de la fundición. ¿Qué le importaban á él los altos hornos, y las minas y los barcos?