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Actualizado: 20 de octubre de 2025


Primero su extremada timidez le impidió darse cuenta de la conducta de la dama. Pensaba que aquellos saludos afectuosos, aquellas sonrisas no eran más que la expresión de una súbita simpatía que su orfandad había excitado en ella.

Pedí un caballo, y en compañía de Federico de Tarlein recorrí la gran avenida del parque real, devolviendo todos los saludos con la mayor cortesía.

Desde la escalinata exterior á las puertas del teatro tuvo que responder á una serie de profundos saludos de los funcionarios, unos con kepis y dorados botones, otros de levita solemne, erguidos y dignos como notarios de comedia.

La conversación había llegado a esta altura, cuando los sirvientes anunciaron a varios caballeros que acababan de llegar. Los recientemente llegados eran siete u ocho personas. Cambiados los saludos de orden y algunas palabras de etiqueta sobre la salud de las familias respectivas, los circunstantes ocuparon sus asientos alrededor del salón.

Una tarde, después de hablar á los marineros y cargadores del puerto, cuando terminado mi discurso tuve que responder á los apretones de manos y los saludos de miles de oyentes, reconocí entre éstos al joven que me escondió en su casa. Tuve que acompañarlo á la taberna, para saludar á su madre y ver la pequeña habitación que me había servido de refugio.

De pie en el puentecito, iba contestando á los saludos de los vecinos, que pasaban riendo como si fuesen á presenciar un espectáculo graciosísimo. Se dirigían todos á casa de Copa, para ver de cerca la famosa «porfía» de Pimentó con los hermanos Terreròla, dos malas cabezas lo mismo que el marido de Pepeta, que habían jurado igualmente odio al trabajo y pasaban el día entero en la taberna.

Las campanas de la vieja iglesia de Raveloe repicaban alegremente anunciando que había terminado el oficio de la mañana. Por la puerta abovedada de la torre iban saliendo lentamente, detenidos por los saludos y preguntas amistosas, los más ricos feligreses que habían considerado aquella hermosa mañana del domingo muy apropiada para ir a la iglesia.

; el refinado y tonto merci, quita á nuestros saludos ese aire de jovialidad y de buena fe, ese aire rudo y caballeresco, grave é hidalgo, que es quizá el carácter más notable, más original y más bello de nuestra raza. Jóvenes, creedme; no digais merci.

Quitad á vuestros rostros, á vuestros talles, á vuestras miradas, á vuestras sonrisas, á vuestros saludos, á vuestra palabra, la originalidad propia de vuestro país, y sereis estátuas vestidas. Decid merci y sois francesas; no sois lo que sois realmente, porque vosotras sois españolas.

Lo que más llamó su atención fué ver que salieron á recibirles, luciendo sus flamantes vestidos, todas las damas que acompañaban en el escaparate á la gran señora. La cual contestó con una grave y ceremoniosa cortesía á los saludos de todas ellas. Parecía ser de superior condición, algo como princesa, reina ó emperatriz.

Palabra del Dia

mármor

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