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Si he aspirado á alguna hora feliz, siempre he tenido presente que nuestras dos vidas llegarían juntas á esa hora. No he podido concebir que uno de los dos existiera solo en el mundo: esto me ha parecido siempre imposible. ¿Sabes que ahora me parece que fué ayer cuando saliste de mi casa para volver aquí? Y lo que ha pasado después yo quiero borrarlo de mis recuerdos.

DOROTEA. Cálmate, por Dios... Hermana querida, tus tormentos tocan a su fin. Oye... Mi madre me llama. DOROTEA. No delires... Otras voces, voces de personas vivas, te llamarán... PANTOJA. Hija mía, ¿cómo saliste de la iglesia sin que yo te viese. DOROTEA. Salimos a respirar el aire puro. Electra se asfixiaba. PANTOJA. Hija mía, ¿te sientes mal? Mi madre me llama.

4 Cuando saliste de Seir, oh SE

Nolo guardó silencio unos momentos; luego dijo: ¿Y por qué no has hablado así cuando saliste de la mina? Te he dicho que pensé haberlo muerto. Temía que me llevasen presa... Nolo, cejijunto, sombrío, se obstinó en callar. Demetria le miró largamente. ¿De modo que no me crees? ¡No! ¡No te creo, Demetria! manifestó impetuosamente el joven. El rostro de la doncella se cubrió de intensa palidez.

Tendrás razón, hijo; aquí nadie se mueve; todos viven como cansados, como abrumados de fastidio. Saliste bien de tus exámenes, ¡ya lo sabemos! Nos lo dijo Ricardito Tejeda la noche que vino a visitarnos. El pobrecillo te quiere mucho. Nos contó que tenías mucho miedo.

Un cachito de gloria, ¿sabes?... Nunca pensé estar tan chalado... Desde que saliste de casa, ni cantan los pájaros en la jaula, ni huelen las flores en el balcón, ni el perro hace otra cosa en todo el día que aullar... Todos parecen decirme: «¡Anda por ellaLa joven permanecía silenciosa y grave.

«Señor respondió el soldado , he visto a vuestra majestad salir solo del campo, e inferí su intento; he temido algún lazo y he venido a defender a su persona.» «¿Solo?», preguntó el rey. «Señor continuó el soldado , ¿vuestra majestad y yo, acaso no bastamos para doscientos moros?» «Saliste de mis reales soldado dijo el rey y entras en ellos duque de Alba

Señora: reconozco que usted es mucho más lista que yo y que pone las cosas de manera que no acierto a responder; pero, como la respeto y la estimo, estoy seguro que usted, en su conciencia, reconoce que yo tengo razón y que usted defiende, con mucha habilidad, una mala causa. ¡Adiós con la colorada! Zahorí me saliste, Facundo.

15 Yo les mostraré maravillas como el día que saliste de Egipto. 16 Los gentiles verán, y se avergonzarán de todas sus valentías; pondrán la mano sobre su boca, ensordecerán sus oídos. 17 Lamerán el polvo como la culebra; como las serpientes de la tierra, temblarán en sus encierros; se despavorirán del SE