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Actualizado: 23 de octubre de 2025
Dile a doña Pepilla que si tiene entre manos alguna obra grande, que me mande los avíos; que yo la ayudaré aquí; que tengo mucho gusto en ayudarla; que me sobra tiempo y puedo emplearlo en eso. Dime lo que haces, y en qué pasas el tiempo cuando sales del escritorio; dime si piensas en mí; si te acuerdas de tu Linilla que te quiere mucho, mucho, mucho, y sólo vive para amarte. ¡Adiós! Angelina.
Las comedias de santo son de ejemplo; las historiales, de desengaño; las amatorias, de inocente diversión sin peligro. La majestad de los afectos, la claridad de los conceptos, la pureza de las locuciones, la mantiene tan tirante, que aún la conserva dentro de las sales de la gracia. Nunca se desliza en puerilidades; nunca se cae en la bajeza de afectos.
En Junio, sí, bien me acuerdo, todo era te quiero y te adoro, y bastante que nos reíamos de la mona del Cielo, aunque siempre la teníamos por virtuosa. ¿Que es sagrada, dices?... ¿Entonces, para qué la engañas? ¡Sagrada! Ahora sales con eso. Cojo mi sombrero y no me vuelves a ver... Eso es que tú lo quieres hace tiempo. Estás buscando un motivo, y te agarras a lo que dije.
Te digo que no iré... no iré. Pero tía... No hay tía que valga. No me lo has dicho; pero lo deseas. ¿Crees que no te leo yo los pensamientos? ¡Qué podrás tú disimular delante de mí! Pues no, no te sales con la tuya. Yo no voy allá sino en el caso de que me llevéis atada de pies y manos. Pues la llevaremos atada de manos y pies dijo Maxi, riendo.
Ese espectáculo de las olas, tan pronto tranquilas en su marcha como lanzadas a la carrera en un furioso galope, tiene, a pesar de su monotonía, un inexplicable interés. Es un líquido cargado de sales, movido por el viento con un ritmo mecánico en su circulación, y, sin embargo, da la impresión de una fuerza espiritual de algo infinito.
Pero no le dio tiempo el guardia a regocijarse, porque otra vez apareció por el arroyo adelante. En vez de fusil, traía dos naranjas en la mano derecha. «¡Eh, Marianín! gritó inclinándose para verle mejor y mostrarle lo que llevaba . Sal; no seas tonto. No te haremos nada... ¿Ves? Si sales, te doy estas dos naranjas». Pecado dio un salto hacia fuera y se arrojó en brazos del guardia.
¿Fué vuestro criado allá? Con una criada habló, Y á estas horas pienso yo Que bien informado está. Mejor entre sus iguales 425 Suele hablar más libremente Este género de gente. ¿Qué hay, Martín? Contento sales. Servir á el Conde deseo. Yo estimo tu buen amor. 430
La hija del hombre muerto, linda joven de unos dieciséis años, se ha desmayado al ver caer la primera porción de tierra sobre el ataúd que encerraba el cadáver de su padre. Yo la he auxiliado con un frasquito de sales y ha vuelto en sí; después me la he llevado a mi casa, donde se ha reanimado un poco después de haber tomado unos bizcochos y algo de vino.
Abriendo después la puerta, mas sin salir de la alcoba, la señora siguió hablando con su sobrino: «Ya sabes lo que te he dicho. Hoy no me sales a la calle... Y desde mañana empezarás a tomarme el aceite de hígado de bacalao, porque todo eso que te da no es más que debilidad del cerebro... Luego seguiremos con el fosfato, otra vez con el fosfato. No debiste dejar de tomarlo...».
Completarémos este capítulo con algunos datos sobre las sales de oro.
Palabra del Dia
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