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Actualizado: 7 de mayo de 2025
No temas, Tristán profirió la joven sorprendida y enternecida por aquellas palabras , no temas; yo no soy un ángel, pero sabré guardar y respetar los sentimientos nobles de tu corazón. Esos diablos no podrán nada contra la fuerza de mis manos. Tristán tomó una de ellas entre las suyas, una bella mano fría, tersa, maciza, de virgen amazona y la llevó con pasión a los labios.
«En estas primeras conferencias, se decía el Magistral no se trata aún de estudiarla bien a ella, sino de hacerme agradable, de imponerme por la grandeza de alma; debo hacerla mía por obra del espíritu y después... ella hablará... y sabré lo del Vivero, que me parece que no fue nada entre dos platos».
Aquello del gateado no entiendo, pero imagino que debe de ser alguna de las malas fechorías que con vuestra merced suelen usar los malos encantadores; yo lo sabré cuando nos veamos.
Luego, en el largo monólogo de aquella noche interminable cruzaron por su mente recuerdos de la juventud, memorias de gratitud hacia Susana, punzadas de dolor renovado por la pérdida del hombre a quien había querido, e ideas de miedo y responsabilidad ante la carga que para ella representaba el porvenir de aquellos niños. «¿Sabré corresponder se decía a todo lo que Susana ha hecho conmigo? ¿Podré pagar al hijo lo que debo a la madre? ¿Llegará un momento en que las circunstancias me obliguen a favorecer al mío en perjuicio del suyo?
-No te acucies, Juana, por saber todo esto tan apriesa; basta que te digo verdad, y cose la boca. Sólo te sabré decir, así de paso, que no hay cosa más gustosa en el mundo que ser un hombre honrado escudero de un caballero andante buscador de aventuras.
Calló la zagala, comprendiendo que Nolo tenía razón, que su queja era injustificada. De todos modos profirió después con resolución, si ahora me marcho, algún día volveré. Nadie me quitará de venir á ver á mis padres... Y si me lo quitan, ya sabré lo que he de hacer. ¿Cuándo te marchas? Mañana. Regalado, el mayordomo de D. Félix, quedó encargado de llevarme.
Yo no sé lo que en esto habrá de cierto, pero sí sabré decir, que es una hermosa criatura físicamente considerada, y lo que es algo mejor, muy franca, sencilla, y altamente simpática a todo el mundo. Mi cuarta hija, Susana, será más hermosa aún, pero el género de su belleza será completamente distinto; es la estatua del candor y la virginidad.
No irá... Yo me encargo de detenerlo. Pero, ¿y si fuera verdad, María? tornó a decir Elvira, aferrándose a su idea . ¿Y si su arrepentimiento es cierto y se encuentra el pobre con que le cierro la puerta?... Entonces sabré yo conocerlo y te lo llevaré a Lourdes yo misma... Iremos los tres a buscarte: él, yo y tu hijo.
«¡Sigue la broma! se dijo mordiéndose los labios . Pero yo ¿qué hago aquí? ¿Qué me importa todo esto?... Si ella es como todas... mañana lo sabré. ¡Estoy loco! ¡estoy borracho!... ¡Si me viera mi madre!». En la pared de la casa de enfrente la luz que salía por los balcones interrumpía con grandes rectángulos la sombra, y por aquella claridad descarada y chillona pasaban figuras negras, como dibujos de linterna mágica.
Aquel lenguaje me resultaba tan nuevo, era tal la naturaleza de sus confidencias, que desde luego experimenté una gran confusión, como al contacto de una idea completamente incomprensible. ¡Y bien! le dije, porque no hallé en mi mente más que esa exclamación de ingenuo. Pues nada más. Es todo lo que tenía que comunicarte, Domingo. Cuando a tu vez me pidas que te escuche, sabré hacerlo.
Palabra del Dia
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