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Actualizado: 3 de julio de 2025
Era el encanto del pecado, el sabor agridulce de lo prohibido, el perfume canallesco, que entraba como una ráfaga de vendaval en el aburrimiento de su vida, volcando todas las preocupaciones y los escrúpulos. Sánchez Morueta, al considerarse culpable, se sentía más hombre. El remordimiento era una manifestación de vida que le sacaba del letargo de su existencia.
El mosto que chorreaba débilmente caía con ruido de fuente escasa en los recipientes de piedra, y un largo tubo de cuero, semejante a una manga de incendio, lo tomaba de las pilas y lo conducía al fondo del lagar en donde el sabor azucarado de las uvas aplastadas se convertía en olor a vino y en cuya proximidad era la temperatura muy alta.
Los hijos del amor eran siempre los más hermosos: tenían algo de extraordinario, que rara vez se encontraba en los retoños engendrados por las parejas legales, que procrean por deber y por instinto, durante las noches blancas, de placer triste y monótono, en las que los besos tienen el sabor suculento y vulgar de la olla casera. Sánchez Morueta calló como fatigado por su confesión.
Mi madre, que me amamantaba a la sazón, fue depositada sola en la casa de mi abuelo, bajo la salvaguardia de algunos soldados del ejército revolucionario. ¡Y aún causará asombro el que aquellos en quienes data la vida de estos siniestros días, hayan aportado con su conocimiento cierto sabor de tristeza y cierta impresión melancólica al genio francés!
La extension existe, prescindiendo de su visibilidad, pues que existe para el ciego; prescindiendo de lo tangible, pues existe para la simple vista; prescindiendo del olor, sabor y sonido, pues existe para los privados de dichos sentidos, con tal que tengan ó vista ó tacto.
Supongamos que todos los animales pierden de una vez el sentido del paladar, ó que todos los cuerpos de la naturaleza son destituidos de la propiedad de causar por su contacto con un órgano, la sensacion que llamamos sabor. A pesar de esto el mundo externo existe como antes.
Tomó con mano temblorosa la taza que le presentaban, y después de vacilar un instante, se decidió a llevarla a los labios. Fuese aprensión o que en realidad el te estuviese mal hecho, lo cierto es que percibió un extraño y desagradable sabor. Dejó caer la taza al suelo, y sujetando a su esposa por la muñeca con fuerza le preguntó furiosamente: ¿Qué has echado en este te?
Tipos y paisajes; un tomo, 3 pesetas. Tipos trashumantes; 2 pesetas. Esbozos y rasguños; 4 y 4,50 pesetas. El sabor de la tierruca; tela, 3 y 4 pesetas. Pedro Sánchez, segunda edición, 4,50 y 5 pesetas. En publicación: Obras completas, esmeradamente corregidas, a 4 y 4,50 pesetas tomo. Encuadernadas bonitamente, en tela, una peseta más. Se hallan de venta las siguientes: Los hombres de pro.
Pues ahora también me gusta. Ya, saturado de sabor local, he comenzado a ir a la tertulia de Zapiain, el relojero y corredor de comercio, el antiguo dueño del Cachalote. La relojería es una academia enciclopédica, un gimnasio ateniense. Allí se ha discutido de todo lo divino y humano, y, entre lo no divino, una de las cuestiones más debatidas ha sido la formación de Lúzaro.
Al través de los sucios vidrios, barnizados de polvo de rapé, que se había ido depositando lentamente, y en cuyos ángulos trabajaban muy a su sabor las arañas, se divisaba la concha de la bahía, el cielo y la lejana costa.
Palabra del Dia
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