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Sabida la rebelion de los de Magnesia por Roger, quiso castigarla luego; y así con parte de los Alanos que le seguían, de los Romeos, y con todos los Catalanes fué á poner sitio á la ciudad para castigarla, como merecia tan fea maldad.

Había que salvar nuestras minas. Luego hablaba de los Barrios, procedentes, según ella, de la más vieja aristocracia española. Todos los nobles de Madrid resultaban parientes suyos: era cosa sabida. De niña había visto en su casa muchos papeles que probaban su derecho á un título de marqués; pero por las revoluciones del país y por sus viajes, ya no sabía dónde encontrarlos.

En la iglesia el Obispo está rezando, Y oid lo que está el malo publicando. En pregon dice: "Pena de la vida, A la Iglesia mayor nadie se atreva Por hoy ir, porque es cosa conocida, Que el Obispo intencion muy mala lleva. Y pues que la tenemos ya sabida, No habernos menester, dice, mas prueba." Ayala su alguacil prestamente Al templo para echar fuera la gente.

Los moradores de las aldeas y poblaciones de Griegos de toda la Provincia, sabida la pérdida de su ejército, dejaron sus casas, y sus haciendas, y el trigo que estaba ya para recoger, y peregrinando por reinos vecinos, acrecentaron el temor de nuestra venganza; y dice Pachimerio que entraba de todas parte infinita gente huyendo, y que parecia Constantinopla la espera de Empedocles.

En esa época, no era raro que en los distritos de provincia se procediera como lo hacía Marner; era cosa sabida que había campesinos en la parroquia de Raveloe, que guardaban sus economías en sus casas, probablemente escondidas en sus colchones de lana; pero sus místicos vecinos, bien que no fueran todos tan honrados como sus antecesores de los tiempos del rey Alfredo, no tenían imaginación bastante atrevida como para premeditar un robo con efracción.

Sabida la nueva por Inca Yupanqui, mandó á los tres sus buenos amigos y á los demás caciques y señores que en su córte y servicio habian venido, que luego juntasen la gente de guerra y la sacasen á cierto campo, cada uno con sus armas, é que los contasen todos uno á uno.

Pues entonces, ¿cómo solicita usted una ocupación que le es desconocida? Tengo buenas noticias de usted. Ya Román me dijo que es usted un muchachito inteligente, que sabe usted hacer bonitos versos.... Pero, es cosa sabida: no son los mejores empleados los que se andan todo el día a caza de consonantes.... Me dieron ganas de estrangular al viejo.

Aunque es así que todo está sugeto Al divino juicio verdadero, Y aunque usó este nombre por respeto, Que vido cierta plata allí primero, Yo entiendo que ha de haber grande tesoro Algun tiempo de plata allí y de oro. La muerte pues de aqueste ya sabida, El gran Carlos envia al buen Gaboto, Con una flota al gusto proveida. Como hombre que lo entiende y que es piloto.

Digo, pues, que sobre este río estaba una puente, y al cabo della, una horca y una como casa de audiencia, en la cual de ordinario había cuatro jueces que juzgaban la ley que puso el dueño del río, de la puente y del señorío, que era en esta forma: "Si alguno pasare por esta puente de una parte a otra, ha de jurar primero adónde y a qué va; y si jurare verdad, déjenle pasar; y si dijere mentira, muera por ello ahorcado en la horca que allí se muestra, sin remisión alguna". Sabida esta ley y la rigurosa condición della, pasaban muchos, y luego en lo que juraban se echaba de ver que decían verdad, y los jueces los dejaban pasar libremente.

Y tercer escollo: que, poseedora de la ciencia del mirar y de las otras ciencias que la del mirar presupone, no atines a disimular y velar esta sabiduría, y te acusen y zahieran de lagarta, de licurga, de desenvuelta y libre, y de harto sabida para soltera. Me parece, Beatriz, que para evitar esos escollos lo mejor es dejarse llevar del impulso.