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Actualizado: 9 de julio de 2025
Preguntamos y nos dijeron que en aquella vivía hacía algunos años, un lazarino llamado Simón, quien no sale del recinto de la isla y á quien sus parientes llevan semanalmente los alimentos, dejándoselos en la playa. Dicho lazarino, siempre que se le proponía el mandarlo á un establecimiento piadoso, rompía en lágrimas rogando no se le sacase de aquellas soledades para él tan queridas.
4 ¿No sabes esto que fue siempre, desde el tiempo que fue puesto el hombre sobre la tierra, 6 Si subiere su altura hasta el cielo, y su cabeza tocare en las nubes, 8 Como sueño volará, y no será hallado; y se disipará como visión nocturna. 9 El ojo que le habrá visto, nunca más le vera; ni su lugar le echará más de ver. 10 Sus hijos pobres andarán rogando; y sus manos devolverán lo que él robó.
La rudeza campesina no ha dado por fruto en Venusta una inocencia candorosa, sino la corrupción más grosera. Ganas nos dan de seguir al médico D. Jacinto, rogando al Sr. Nogales que nos acompañe y nos sirva de guía, para ver si lejos de Venusta y en población más grande y civilizada, van las cosas un poco mejor y no hay que avergonzarse de tanto pecado ni que lamentar tanta miseria.
Se trataba ahora de borrar los últimos vestigios de herejía o lo que fuese, congraciándose con la catedral y rogando al señor Obispo que presidiera el solemne reparto de premios aquel año. «Pero ¿quién le ponía el cascabel al gato? Visitación, la del Banco». ¿Quién más a propósito para tales atrevimientos? Por el bien parecer pidió que en su visita le acompañase otra dama de viso.
Sancho respondió que hiciese su gusto, pero que él quisiera concluir con brevedad aquel negocio a sangre caliente y cuando estaba picado el molino, porque en la tardanza suele estar muchas veces el peligro; y a Dios rogando y con el mazo dando, y que más valía un "toma" que dos "te daré", y el pájaro en la mano que el buitre volando.
Vuelve, por último, contrito al hogar paterno, rogando que se le perdone, y el padre lo acoge con grandes demostraciones de júbilo. Uno de sus hermanos se admira que se le muestre más deferencia que á él, siempre constante en el cumplimiento de su deber; pero el padre le replica diciéndole, que no hay mayor gozo para un padre que la vuelta del hijo perdido.
-Bien creo yo, marido -replicó Teresa-, que los escuderos andantes no comen el pan de balde; y así, quedaré rogando a Nuestro Señor os saque presto de tanta mala ventura. -Yo os digo, mujer -respondió Sancho-, que si no pensase antes de mucho tiempo verme gobernador de una ínsula, aquí me caería muerto.
¿Y la duquesa sabe algo? No, no sé cómo decírselo... Quería preguntárselo a Honorina... ¡Ea! ¡Que se vaya al diablo Honorina! Es lo que yo digo. Llamaron al barón para el whist y respondió, sin levantarse, que estaba ocupado, rogando a un amigo que tomase su puesto. Quería acabar la confesión, pero el duque le interrumpió diciéndole con voz ronca: Tengo hambre. Aun no he comido hoy. ¿De veras?
No pretendo escribir un libro: si la frase no estuviera gastada, yo llamaria á este epítome impresiones de viaje, pero tantos son ya los que así han bautizado á sus apuntes, que yo me aparto á toda prisa de semejante diccion y concluyo este mal hilbanado prólogo rogando al lector que califique este trabajo del modo que mas cuadre á su gusto.
No se le olvide a vuestra pomposidad de escribirme, que yo tendré cuidado de la respuesta, avisando de mi salud y de todo lo que hubiere que avisar deste lugar, donde quedo rogando a Nuestro Señor guarde a vuestra grandeza, y a mí no olvide. Sancha, mi hija, y mi hijo besan a vuestra merced las manos. La que tiene más deseo de ver a vuestra señoría que de escribirla, su criada, Teresa Panza.
Palabra del Dia
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