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Grande, entre los gigantes de aquel Mayo Que robaron á Dios su ardiente rayo Para decir al pueblo: Fiat Lux, Hoy miró su postrer aniversario, Sirviéndole de espléndido sudario De la ciudad el estandarte azul.

Este dia se les dió de comer los indios, y se les regalò con aguardiente, harina, bizcocho y porotos, y se fueron las cuatro de la tarde gustosos, pero esta noche me robaron un caballo que habia comprado; tal es la fidelidad de estos b rbaros. Este dia permanecí á bordo, aguardando respuesta del Rio Negro, pues ya tiene el indio que llevó la carta sobrado tiempo para haber vuelto.

Los frailes de Yuste huyeron á su aproximación, y los soldados franceses profanaron la iglesia, robaron cuanto hubieron á mano, penetraron en el convento, saquearon su rica despensa y vaciaron su bien provista bodega, de cuyas resultas estaban todos ebrios cuando les llegó la orden de evacuar inmediatamente aquella comarca y salir á juntarse á las tropas del mariscal Víctor.

Se tratará de ocuparlo para luego avanzar por el arrecife y embestir a Dupont y a Vedel por la espalda, mientras Castaños, Jones y Peña lo atacan de frente. Eso, eso será dijimos todos . De ese modo les cogeremos entre dos fuegos, y no escapará ni una patena de las que robaron en Córdoba. Pero si ése es el plan, ya debía estar puesto en ejecución.

En Hangtown, un transeúnte le cascó para dar una sencilla prueba de la supremacía del blanco. En Dutch Flat le robaron manos muy conocidas por motivos también ignotos. En Sacramento lo arrestaron por sospecha de ser esto o lo otro y lo pusieron en libertad después de una severa reprimenda, probablemente porque no era lo que buscaban y entorpecía de esta manera el curso del procedimiento incoado.

Pero no al padre Aliaga humilde, impenetrable, sencillo, sino á un varón pálido, ceñudo, cuyos ojos brillaban de una manera terrible, y tenían allá en su fondo algo que hizo temblar á Montiño. ¿Por qué no me trajísteis anoche el cofre de que hablamos? le dijo. ¡Porque me lo robaron! exclamó todo lagrimoso, asustado y empequeñecido el cocinero mayor. ¡Que os lo robaron!

Partió Montaner con cinco caballos, y en llegando á la Ciudad quiso ver al Duque, y aunque le halló enfermo, le dió lugar para le viese, y le recibió con mucha cortesía, y con palabras muy encarecidas le significó el sentimiento que habia tenido del suceso de Negroponte, quando le robaron su galera, y ofreció que en todo lo que se le ofreciese le ayudaria con veras.

En casa de alguna moza. A Pedro son muchos los que le han visto pasar solo. ¿Cómo se habrán separado? Reñirían al repartirse lo que nos robaron. ¡Lástima que no se matasen! Hay que volver por allá.... Si ellos no nos ganan la mano. ¡Haber olvidado la capilla! Cuando se tiene una pena no se está para recordar.... ¡Pobre madre!

1 ¡Ay de los que piensan iniquidad, y de los que fabrican el mal en sus camas! Cuando viene la mañana lo ponen en obra, porque tienen en su mano el poder. 2 Y codiciaron las heredades, y las robaron; y casas, y las tomaron; oprimieron al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad.

Estaba en nuestra nave un pariente de D. Pedro, llamado D. Jorge de Mendoza, que se habia enamorado de la hija de un vecino de la Palma: pues habiendo el último dia levado anclas, salió á tierra D. Jorge con doce compañeros, acerca de las doce de la noche, y la robaron, trayéndola á la nave con una criada, sus vestidos, joyas y dinero; y ocultamente la metieron en nuestro navio, sin que el capitan Enrique Peyne supiese nada.