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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Cobo Ramírez abandonó por un rato a Esperancita dejándola en poder de su rival, para sentarse en un rincón delante de una mesita volante y devorar algunos trozos de boeuf d'Hambourg y jamón.

Vacilaba en dirigirse de nuevo á Mercedes la Cardenala, temiendo fundadamente que le rechazase, cuando llegó á sus oídos la noticia del rompimiento de Antonio y María-Manuela. De pronto nació en su mente la idea de galantear á ésta, con lo cual, además de procurarse distracción, se vengaba, hasta donde era posible, de su rival y molestaba á Soledad.

Y para eso estuve dando paseos por las calles hasta las dos de la madrugada, y cada poco tiempo pasaba por aquella con toda lentitud y me detenía algunos instantes a ver si la ventana se abría y el aborrecido rival llegaba. No fue así. Me consideré dichoso, como si fuese gran fortuna.

La voz del guapo era dulce, insinuante; tenía unas inflexiones humildes que Soledad jamás había percibido en ella. El corazón se le oprimió, sintió un frío que le penetró hasta los huesos, y ella, que había venido á armar un escándalo, á sacar los ojos á su rival, se encontró repentinamente sin fuerzas para mover un dedo.

Los recuerdos penosos de su matrimonio se iban poco a poco borrando de su memoria. Había olvidado la lúgubre ceremonia de Santo Tomás de Aquino y se consideraba como una prometida que espera el momento de ir a la iglesia. No pensaba ya en la señora Chermidy y no experimentaba aquel frío interior que da el temor de una rival.

A la timidez propia del sexo femenino, añadíase el obstáculo de un rival, acomodado empresario de pompas fúnebres, de Sacramento, a quien debió cautivar la señora de Galba, en el teatro o en la iglesia, ya que los hábitos profesionales del galán lo excluían del ordinario trato social y de todo otro que no fuese religioso o de ceremonial.

También éste aspira al amor de Eugenia, suscitándose entre él y su rival Aurelio un desafío, en que este último sucumbe. Apenas cae el muerto, se presenta el Demonio y se lleva el cadáver; pero de tal suerte, que se levanta de nuevo con vida, creyendo corromper más fácilmente á Eugenia y conquistar su alma.

Aquel anciano despilfarrado y enfermo, que no podía convertirse en un rival para nadie, era el dueño de casa guisado por la Providencia.

Confuso, bajó el joven la cabeza y replicó hoscamente: ¿Con qué derecho me interroga usted? Con el derecho que usted me ha dado tratándome como rival a quien se detesta... Su antipatía no puede explicarse sino por la ceguera de los celos, y por esta misma razón le repito que está usted enamorado de la señora Liénard. ¿Se burla usted de ? murmuró Simón esquivando la mirada de Delaberge.

Los proyectos del pretendiente se ven frustrados al cabo, porque su vanidad le induce á caer en un lazo, que le ha preparado un servidor de su rival.

Palabra del Dia

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