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Se cuenta en el lugar casi no queremos creerlo que cuando está don Alvaro muy mal y siente físicamente muchos dolores arma tan incesante y fatigosa retahíla de «ta, ta, ta», que aburre a todo el mundo, alborota la casa y hace que doña Inés pierda la circunspección y la paciencia que ella suele recomendar, llegando una o dos veces hasta decir a su marido: Cállate, hombre indigno, y padece por el amor de Dios, que no sin justo motivo te castiga.

"Es cosa muy saludable y provechosa decía cenar poco para tener el estómago desocupado", y citaba una retahila de médicos infernales. Decía alabanzas de la dieta, y que ahorraba un hombre sueños pesados, sabiendo que en su casa no se podía soñar otra cosa sino que comían. Cenaron, y cenamos todos, y no cenó ninguno.

La misa, que en un principio juzgó ceremonia cansada y larga, fue pronto para ella representación de lo que sufrió el hijo de Dios, que por nuestras culpas se dio, y sigue dándose en cuerpo y sangre como precio de la redención humana; las letanías, antes enojosas, sartas de frases que no entendía, adquirieron carácter de plegarias gratas a sus labios, dulces al oído de aquéllos a quienes iban dirigidas; el rosario, que consideró retahíla de inútiles repeticiones, acabó por parecerle saludo de palabras augustas, recuerdo de las mayores penas y dichas que sufrió la Madre del Salvador del mundo.

Y él contestaba: Y en Veracruz velado. A ja jai, ¡qué regalo! Su monólogo constante era esta retahila de loro de puerto de mar: ¡A babor! ¡A estribor! ¡Buen viaje! ¡Buen pasaje! ¡Fuego! ¡Hurra, lorito! Yo encontraba en las palabras de aquel pajarraco verde un fondo de ironía que me molestaba.

Desde que abrió los ojos, la Nela hizo su oración de costumbre a la Virgen María; pero aquel día la oración fue una retahíla compuesta de la retahíla ordinaria de las oraciones y de algunas piezas de su propia invención, resultando un discurso que si se escribiera habría de ser curioso.

Javier tosió, y leyó las listas de los personajes de la tragedia, seguida de la retahila de tribunos, lictores, centuriones, patricios, pueblo, esclavos. Después relató la decoración, que era la plaza pública, sitio de confidencias, de citas, de discursos, de secretos, de escándalos, de juicios, de todo. Luego empezó el acto.

Y sin esperar a que le rogasen, el mayorazguito de Rumblar, con sonsonete de escuela, voz agridulce y afeminados gestos, dió principio a la siguiente retahila: Por el barandal del cielo se pasea una doncella blanca, rubia y encarnada, que alumbra como una estrella, San Juan le dice a Jesús: «¿Quién es aquella doncella?» «Nuestra Madre, buen San Juan, nuestra Madre linda y bella»; la Virgen no viene sola: ángeles vienen con ella; no viene vestida de oro, ni de plata, ni de seda: viene vestida de grana.... ..........................