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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Una vez lo confesó todo, después de haberla demostrado que ella misma se había hecho traición. Sus padres se reunieron y, después de haber reflexionado maduramente, resolvieron casarla con Guillermo, puesto que le había dado su amor.
Mientras éstos atravesaban la laguna Mamoré, ciertos Guarayos que por gran tiempo habían militado á su sueldo, abiertos los ojos y volviendo sobre sí mismos para ponderar el poco bien y mucho mal que se les hacía, y que al fin no podían esperar de aquel azaroso oficio más que una muerte desgraciada por término de una vida infeliz, resolvieron desertar y buscar lugar donde vivir con seguridad y reposo, y valiéndose de la obscuridad de la noche se retiraron hacia Poniente á una campaña, dos jornadas más adelante de aquel lago, y por hallarse sin mujeres hicieron las amistades con los Curacanes, sus confinantes por el lado del Septentrión.
Cumplieron éstas su cometido: hablaron con el viejo, y después de varias entrevistas se resolvieron a provocar una reunión amistosa a fin de que el asunto no fuese a los tribunales. Efectuóse ésta, después de alguna resistencia por parte de Clementina, en el palacio de su padre. Asistieron a ella, a más de las partes interesadas, el padre Ortega, el conde de Cotorraso, Calderón y Jiménez Arbós.
Así lo aseveran Morales y otros diligentes historiadores. Véase pág. 95, nota 3. Ibid., nota 2. S. Isidoro: Operum, tomo 2. De Ecclesiasticis officiis, lib. II, cap. 2. Sanctor., lib. Aurelio y Félix resolvieron declarar abiertamente su fé haciendo que sus esposas fuesen á la iglesia sin llevar cubierto el rostro.
Con esta nueva no se resolvieron á caminar á tierra de moros los judíos, afligidos con el justo recelo de sufrir allí nuevos desastres; i así formaron en los campos de Arcilla una especie de real, en donde estuvieron varios meses sin determinarse á cosa alguna.
Al segundo dia de su marcha supieron la retirada de los nuestros por los mismos indios, pero con todo no desistieron del empeño de caminar; en cuya vista los indios aquella noche hicieron su consejo, y resolvieron atacarlos á la mañana, y si posible fuese acabarlos: con efecto presentaron la batalla en la que pelearon unos y otros con grande valor, y que duró algunas horas, pues disputaban con iguales armas: murieron un sin número de indios y bastantes españoles, pero quedó el campo por estos, aunque con la muerte de su esforzado capitan.
Otra noche volvieron á probar su fortuna, y dieron en las tiendas y alojamientos de los Tribalos, de donde volvieron muy mal tratados. Resolvieron por ultimo remedio desamparar el Castillo, y tomar la vuelta del mar donde estaban las galeras de los Genoveses, en quien pensaban hallar alguna misericordia por no tenerlos ofendidos.
Alborotáronse todos con la novedad, y resolvieron ir á avisar á los milicianos la desgracia que los amenazaba: determinacion, á la verdad, impropia de aquellos sugetos, y que tiene muchos visos de sediciosa; porque sin reflexionar en consecuencias pasaron al cuartel, llamaron al capitan D. Bartolomè Menacho y á otros, y les dieron noticia de lo que sabian, haciéndoles la prevencion de que se guardasen.
Vivía Pilar con su padre y con una tía paterna; ni uno ni otro se resolvieron acompañarla; el padre, magistrado jubilado, por no dejar la Bolsa, donde a la chita callando realizaba sus jugaditas modestas y felices; la tía, viuda y muy dada a la devoción, por horror de los jolgorios que sin duda le preparaba su sobrina como método curativo.
Allí se adormecen, y cuando, al despertar, sienten venir la muerte en los primeros efectos del tósigo, reúnen sus fuerzas, se arrastran hasta la orilla del mar y absorben con avidez las ondas saladas que les devuelven la vida. Se conserva el recuerdo de unos jóvenes norteamericanos que, echándose el fusil al hombro, resolvieron hacer a pie el camino de Salgar a Barranquilla.
Palabra del Dia
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