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Actualizado: 27 de junio de 2025


No sufrió poco bajo los reinados de Carlos y Felipe: el peso de los tributos llegó á hacerse insoportable; y hubo familias enteras que atravesaron para no volverlo á pisar el umbral de sus hogares. La emigracion voluntaria fue tan grande, que los reyes se creyeron obligados á otorgar nuevas mercedes á los que viniesen á poblarla.

Sobrevinieron graves disturbios en los reinados de Enrique III y Juan II; y fue sacrificada ya por el uno ya por el otro bando . Siguieron tras aquellos tristes acontecimientos las escandalosas guerras civiles entre Enrique IV y sus hermanos; y se vió destruida y ensangrentada por los mismos habitantes.

En los reinados de Carlos V y de Felipe II, ¡cuánto mejor aprovechamiento tuvieran sus juveniles energías, al frente de los tercios de Flandes y de Italia, o de las huestes conquistadoras de las Indias! ¡Felices tiempos aquellos en que el sol no se ponía nunca en los dominios del Rey Católico!

Andronico tenido por Príncipe de singular prudencia, á lo último de sus años, su nieto Andronico le quitó el Imperio, prevenidos sus consejos por el atrevimiento de un mozo; este fin tienen siempre los reinados é imperios, que con razones políticas solamente se quieren conservar y emprender.

En España, ya lo hemos dicho, la nacion y el gobierno siguen sistemas opuestos en política, en literatura, en artes: D. Juan I, D. Enrique III, D. Juan II, D. Enrique IV, que suceden á los dos hermanos enemigos D. Pedro y D. Enrique el Bastardo, en cuyos reinados se marca mas particularmente el apego de la corte á las costumbres y artes islamitas, erigen es cierto monumentos religiosos muy notables en que brilla el sistema occidental denominado gótico; pero para sus alcázares y construcciones palacianas prefieren la arquitectura oriental.

Cuesta gran trabajo creer los desaciertos, torpezas e indignidades en que incurrían todas las clases del Estado, durante los reinados de aquella funesta dinastía que comenzó en una pobre loca y acabó en un desdichado imbécil.

Según éstos, ya interpretadas sus palabras con exactitud, ya heréticamente exageradas o torcidas, en el mundo de los espíritus ha habido, hay y habrá tres reinados: algo a modo de turno pacífico para las tres personas de la Santísima Trinidad.

Basta con lo dicho para apreciar la pasión desenfrenada por el lujo que dominaba entonces á la sociedad española, que no decayó tampoco en los reinados de Enrique IV y de los Reyes Católicos, y como muestra de la pompa, verdaderamente oriental, con que se ataviaron nuestros monarcas, véanse las riquísimas vestiduras que ostentan las estátuas yacentes de Don Juan I y su mujer en la Cartuja de Mirafiores, la del infante don Alonso en el mismo templo, la de Juan de Padilla y otras que sería enojoso mencionar.

Usted, que conoce, como unos pocos de nosotros, el gran poder destructivo de las materias explosivas, ¿qué importancia puede dar á nuestros regimientos, armados de flechas y lanzas, como en los reinados de los más remotos emperadores?... Pero necesitamos mantener este ejército poco temible, porque los pueblos, aunque vivan en paz, quieren saber que existe una fuerza pública capaz de defenderlos.

Si hay bárbaros de bronce que ignoran la preciosa tarea del poeta que parte su alma en dos, dejadlos que devoren la paja de su prosa: no se hicieron para ellos los reinados de Dios. Yo seguiré regando mis dulces pasionarias, a tiempo que musite las místicas plegarias que son como incensarios de mi azul religión;

Palabra del Dia

rigoleto

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