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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Allá en la redacción, donde pasaba la noche, hablaban horas enteras de tales cosas, sin que él se esforzase por retener en su memoria una sola palabra, abstraído en la lectura de periódicos y revistas. ¿Cómo podían interesar a nadie tales futilidades?... Pero con el deseo de agradar a aquel buen amigo que le trataba con cierto respeto por escribir en los papeles públicos, hizo un esfuerzo y contestó, sin saber ciertamente lo que decía: , creo que el gobierno va a caer.

Doce años hace que conocí á Edmundo Rostand; fué una tarde de invierno, en la redacción de Le Gaulois. Días antes se había estrenado «Cyrano», y aquel éxito, sin precedentes en la historia del teatro, parecía ceñir á la figura delicada del joven autor un halo de oro y de luz. Un apretado grupo de literatos y periodistas rodeaba al poeta.

Al cabo de una hora volvió de buen humor y sin los periódicos, diciendo que estaban ya todos en poder de los subscriptores. Pero, por desgracia para De-Hinchú, a cosa de las ocho de la noche, empezaron a llegar a la redacción subscriptores con indignada faz. Habían recibido sus ejemplares; pero, ¿de qué modo?

Contenía un artículo de fondo impreso en letra grande del doce, titulado Nuestros propósitos. Aunque estaba firmado por La Redacción, era debido únicamente a la pluma de don Rosendo.

Las relaciones que se publicaron para justificar su supresión no merecen crédito, por el espíritu que presidió a su redacción y el objeto que se propusieron los que las divulgaban.

Este segundo método de redaccion es el que adoptaré para mi trabajo, por ser mas apropiado que el anterior, así como tambien el mas lógico; pues que de deducciones en deducciones viene á resumir las circunstancias de hechos ya conocidos, agrupándolos para sacar las consecuencias.

Mendoza tenía buen cuidado de no turbarle a menudo. Los artículos, los sueltos no conseguían excitar el interés del valeroso caudillo, y dejaba a la redacción bastante libertad en esta materia. En cambio, por nada en el mundo consentiría que se variase el título de una sección sin consultarle. Algunas veces, por espontánea y libérrima inspiración, él mismo llegó a cambiarlos.

El periódico estaba inspirado, o como empezaba a decirse entonces, era órgano del general conde de Ríos; pero éste no se dignaba pasar casi nunca por la redacción: cuando de uvas a brevas lo hacía, nunca dejaba el conserje de entrar a anunciarlo a los redactores, quienes se apresuraban a sentarse y a quedarse absortos en su tarea.

Aunque la ilustrada redacción de La Abeja experimentó notable desengaño, no por eso desmayó. Pudo más en sus dignos individuos el noble deseo de la gloria que el afán de lucro. Habíamos gastado algunos cuartos, es verdad, pero en cambio habíamos salido a la luz de la publicidad y visto nuestros pensamientos en letras de molde y con la firma al pie.

Aquello era club incipiente, redacción de periódico, academia parlamentaria, todo esto, y algo más. ¡Qué hervidero! ¡Cuántas pasiones, cuántas crisis, cuántas revoluciones, cuánta historia, en fin, bullían dentro da aquel pastel que acababa de ponerse al fuego!

Palabra del Dia

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