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No historiaré el tratado Clayton-Bulwer, conocido por todos los que en estas cuestiones se interesan; recordaré solamente que fue una transacción, un modus vivendi mejor dicho, que permitiese extenderse las influencias inglesa y americana en las Antillas y las costas de Centro América, de una manera paralela que no diese lugar a conflictos.

Y aquí recordaré que los argumentos con que he combatido el espacio-nada, no estriban en lo que nosotros imaginamos; sino en que es imposible que la nada sea extension, ni tenga ninguna propiedad. Esta es la razon capital con que he impugnado á los que pretenden ser posible que se conciban y existan las propiedades que se atribuyen al espacio, y que sin embargo el espacio sea un puro nada.

Siempre recordaré el triste efecto que me causó, en obra tan bella como Eugenia Grandet, aquel pasaje en que el abate Cruchot, momentos después de llegar el primo de París, propone á boca de jarro á Mme. de Gramins que se deje cortejar por él con objeto de inutilizarlo. Vivir mecido en una suave idealidad es lo mejor que el artista puede hacer.

»Olga digo, ha sido presunción de mi parte el atreverme a tenderte la mano: muy bien que no soy digno de ti, te suplico desde el fondo del corazón, olvídalo, yo nunca te lo recordaré. »Y en ese instante, tío ¿cómo pintarte lo que pasó? déjame un instante... ¡el recuerdo!... Pero ¿para qué? seré fuerte, querido tío, voy a dominarme.

¡Oh! no, hijo mío; por muy dulces que sean para tus promesas, jamás recordaré sin estremecerme la horrible pesadilla de estos últimos años. Mira mi semblante ajado, mi pelo blanco y mis manos temblorosas. He envejecido veinte años en veinticuatro meses hasta parecer una septuagenaria. ¿Había yo, acaso, cometido grandes pecados para recibir tan duro castigo?

No son pocos los autores que trataron en diferentes ocasiones de la decidida afición de los sevillanos al baño, y entre ellos recordaré que Agustín de Rojas escribía estas líneas el siglo XVII: « ¿Y aquella limpieza de los baños? Esa es una de las cosas más peregrinas que tiene. Mujer conozco yo en Sevilla que todos los sábados por la mañana ha de ir al baño, aunque se hunda de agua el cielo.

Entre los muchos ejemplos que se pudieran citar, en que la falsificacion ha sido probada, ó en que se ha sospechado no sin fuertes indicios, recordaré un hecho gravísimo, cual es lo que está sucediendo en Francia con respecto á una obra muy importante: Los Pensamientos de Pascal.

Lisonjéase M. Schelling de que la filosofía alemana irá entrando en mejor camino con respecto á la claridad, y añade: «el filósofo que hace diez años no habria podido apartarse del lenguaje y de las formas de la escuela so pena de dañar á su reputacion científica, podrá en adelante libertarse de semejantes trabas; la profundidad la buscará en los pensamientos; y una incapacidad absoluta de expresarse con claridad, no será mirada como la señal del talento y de la inspiracion filosóficaNada tengo que añadir al pasaje de Schelling; solo recordaré á su autor aquello de mututo nomine, de te fabula ista narratur.

Debería estar rodeada de alguna cosa que recordare la vida, flores, pajarera, una conchita llena de agua de mar donde podría llevar todos los días sus descubrimientos, las pequeñas curiosidades que la proporcionarían los pescadores.