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Actualizado: 21 de mayo de 2025
-Dos me han dado -respondió el paje-; pero, así como el que se sale de alguna religión antes de profesar le quitan el hábito y le vuelven sus vestidos, así me volvían a mí los míos mis amos, que, acabados los negocios a que venían a la corte, se volvían a sus casas y recogían las libreas que por sola ostentación habían dado.
19 Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana. 20 Mas ellos no escucharon a Moisés, y algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y se pudrió; y se enojó contra ellos Moisés. 21 Y lo recogían muy de mañana, cada uno según lo que había de comer; y cuando el sol calentaba, se derretía.
Partieron al punto; y aunque á costa de grandes trabajos por la falta de agua, de suerte que no tenían para refrigerar la sed sino un poco de rocío que recogían en los cardos silvestres al fin llegaron al lugar de la matanza, donde sólo hallaron los cuerpos de sus hermanos, pero no á los matadores, á quienes obligó el temor del castigo á retirarse á donde tan fácilmente no pudiesen ser hallados.
Cada semana daban, dos o tres días, ración de carne, o conforme el pueblo podía, y en los demás les daban menestras o carne en las faenas, particularmente a los muchachos y muchachas, a quienes siempre les daban cocida la comida; y en los años estériles, en que no recogían lo preciso en sus chacras, les repartían de la comunidad lo necesario para que no padeciesen; y lo mismo hacían con el vestuario, al que ocurrían conforme la necesidad pedía.
Domingo han sido los principales propagadores de una devocion muy acepta á la Madre virginal de Jesucristo; y la huerta de su casa en Córdoba es todavía célebre por la planta que allí sembraban, de la cual recogian la frutilla redonda llamada lágrimas de Moisés, escelente para cuentas de rosario: hacíanlos en tan gran cantidad, que cargando con ellos un jumentillo, los iban repartiendo por los pueblos.
Empero muchos y muchos pierden el tiempo miserablemente, jugando como los niños á conchas, á morrillos. Cuéntase que Escipión, el vencedor de Cartago, y Terencio, cautivo escapado del naufragio de un mundo, recogían conchas en la playa, amigos excelentes en la indiferencia y abandono del pasado.
Los sábados, generalmente, salían á la calle los campanilleros por los barrios de la Feria, de la Macarena, de san Bernardo ó de Triana, teniendo siempre no pocos curiosos que le rodeaban cuando se detenían á echar sus tonadas ante la puerta de alguna casa, de cuyos inquilinos recogían buenas limosnas para el culto del rosario.
Los fardos saltaban de la cubierta: caían en el agua, donde los recogían los hombres descalzos y las mujeres con la falda entre las piernas; unos desaparecían por aquí; otros se iban por allá; fue aquello visto y no visto, y en poco rato desapareció el cargamento, como si lo hubiera tragado la arena. Una oleada de tabaco inundaba a Torresalinas, filtrándose en todas las casas.
El domingo, los encargados de la bodega recogían a cada obrero la papeleta en la misma puerta de la iglesia, y al recontarlas sabían, por los nombres, quiénes eran los que habían faltado.
Y era que este tal pobre tenía tres muchachos pequeños, que recogían limosna por las calles y hurtaban lo que podían; dábanle cuenta a él y todo lo guardaba. Iba a la parte con dos niños de la cajuela en las sangrías que hacían de ellas, y tomé el mismo arbitrio, y él me encaminó la gentecica a propósito. Halléme en menos de un mes con más de doscientos reales horros.
Palabra del Dia
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