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Actualizado: 9 de junio de 2025
Marcela Peñarrubia no pertenecía a ninguna de las tres categorías. Su esfera de dominación no salía del noble recinto de la poesía. Sus aristocráticas amigas sabían que nada lograba halagarla más que pedirle el recitado de alguna composición romántica y se lo pedían por darle gusto, aunque ellas no lo sintiesen muy vivo.
Por esta acabada pintura viénese en conocimiento que los ciegos de antaño serían en su mayoría redomados pícaros y avisados truhanes, que vivían de la piedad de las gentes, lucrándose de su buena fe y estimulando su devoción con el recitado de oraciones que tenían para todos gustos; así se comprende que el «oficio de ciego» tuviese su aprendizaje como los practicados por menestrales, y probablemente, también, como acontecía con estes, serían sometidos á exámen, pues, como adelante veremos, los desdichados ciegos parece que constituyeron hermandad, ya que no gremio, como todos los oficios mecánicos.
Se conoce que no es tonto dijo Fernando VII. Rieron todos la agudeza del monarca, y la frase salió de la cámara regia, cruzó por los salones, pasó por las antesalas, y al bajar las escaleras comentábanla ya todos, muy admirados del talento de la criatura, asegurando que a los tres días de nacida había recitado a su augusto padrino el Padrenuestro, el Avemaría, parte de la letanía lauretana y una fabulita de don Tomás Iriarte; aquella que empieza: Por entre unas matas Seguido de perros, No diré corría, Volaba un conejo...
Cuando refiere sus proezas o las de algún afamado malévolo, parécese al improvisador napolitano, desarreglado, prosaico de ordinario, elevándose a la altura poética por momentos para caer de nuevo al recitado insípido y casi sin versificación. Fuera de esto, el cantor posee su repertorio de poesías populares, quintillas, décimas y octavas, diversos géneros de versos octosílabos.
De pronto, las palabras que rezaba el clérigo con un tono discreto, suave, de un ritmo eclesiástico simpático, sugestivo, adquirieron verdadero valor musical, como un recitado; porque allá dentro alguien le soltaba los caños de sonidos al órgano, que llenó la solitaria iglesia de resonancias, de chorros de notas juguetonas, frescas.
Sólo de esta manera se comprende que cronistas é historiadores usen con tanta frecuencia de la voz representar, tratándose del recitado de las poesías . Las albas y pastoretas reunían especialmente condiciones muy favorables á la declamación dramática.
La índole de esta composición hace presumir que se representaba con canto, recitado, baile y música instrumental, formando todo un conjunto homogéneo. Los versos son duodecasílabos, y cada estrofa se compone de ocho versos.
¿De qué quiere usted que hable? Recite versos, ya que es usted literato. Bueno, recitaré los que más me convienen en este momento repuso el joven sonriendo con amargura. Y empezó a decir en voz alta la admirable poesía de Andrés Chenier, titulada Le Jeune malade. Cuando hubo recitado algunos versos, el médico le interrumpió: Basta... Siga usted respirando tranquilamente.
Y usted... usted que es poeta... dijo ella interrumpiendo su recitado . Dígame algo suyo... Debe ser muy hermoso. Fernando se excusó.
Apenas sirvieron la sopa, se dejó oír el himno de D. Gaspar. Comenzaba por una especie de recitado de notas lúgubres, prolongadas, ejecutado por un tenorete, ebanista de oficio. Decía, si no recordamos mal: «Peñascosa, triste ayer, Hoy venturosa, Sacude la apatía en que vivió, Y se lanza al progreso entusiasmaaaada Y se laaaanza al progreso con ardor.»
Palabra del Dia
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