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Actualizado: 2 de julio de 2025
El telón caía, terminando el primer acto, cuando María Teresa y Jaime hacían abrir el palco de Huberto. Al entrar fueron recibidos por las exclamaciones de Huberto, de la señora Gardanne y de su hija. ¡Al fin llega usted! dijo Martholl, ayudando a María Teresa a quitarse el abrigo, mientras su tía agregaba: ¡Era tiempo!
Bandas de gitanos, titiriteros, músicos y cómicos recorrían el país, y eran generalmente bien recibidos por el placer que proporcionaban. Cantares y danzas embellecían las reuniones, y hasta los humildes menestrales, después de concluir sus faenas cuotidianas, dedicaban algunas horas al recreo.
Enterado de tan extraño proceder, estando ya el Gobierno Revolucionario en Malolos, envió una Comisión al General Otis para tratar del asunto, quien remitió y recomendó al almirante á nuestros comisionados, los cuales no fueron recibidos por el almirante, no obstante la recomendación del General Otis.
No pudieron por entonces los archiduques abandonar á Flandes, tanto por los innumerables asuntos pendientes en él, como por el avanzado estado de preñez de la reina; habiendo nacido á poco tiempo la princesa Doña María. Restablecida Doña Juana de su parto, pusiéronse en camino; mas un fuerte temporal, los hizo arribar á Inglaterra, en cuyo reino fueron perfectamente recibidos.
Los bergantines suben prestamente A descargar el hato que llevaban, El Guaranì acudiera diligente A ver que los cristianos esperaban. Recibidos de paz, y prestamente Los indios
Pero los Padres, antes de hacer pie firme en algún lugar, querían correr toda la provincia; por lo cual, dándoles buenas esperanzas, se partieron, asistidos siempre del hijo de aquel buen caballero, que jamás quiso apartarse de su lado en aquella peregrinación; y pasando luego á las riberas del río Parapití y, pobladas de muchas rancherías, fueron recibidos de todos con señas de grande afecto y tratados lo mejor que la pobreza y penuria del país permitían.
La noche había sido de emociones en Can Mallorquí. Pep había dado de palos a su hijo: lo quiso matar, ciego de ira, teniendo que interponerse entre los dos Margalida y su madre. La sonrisa del atlot había vuelto a reaparecer. Hablaba con orgullo de los palos que llevaba recibidos sin que le arrancasen un grito.
Detrás de la imagen arcaica desfilaba lo más interesante de la procesión: el ejército doliente de los que deseaban hacer pública su gratitud al Señor del Milagro por los favores recibidos. Eran «chinitas» de juvenil esbeltez y frescura jugosa, con una vela en la diestra y un manto negro sobre la falda hueca de color vistoso y amplios volantes.
Palabra del Dia
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