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Actualizado: 30 de abril de 2025
El anti-igualitarismo de Nietzsche que tan profundo surco señala en la que podríamos llamar nuestra moderna literatura de ideas , ha llevado a su poderosa reivindicación de los derechos que él considera implícitos en las superioridades humanas, un abominable, un reaccionario espíritu; puesto que, negando toda fraternidad, toda piedad, pone en el corazón del super hombre a quien endiosa un menosprecio satánico para los desheredados y los débiles; legitima en los privilegiados de la voluntad y de la fuerza el ministerio del verdugo; y con lógica resolución llega, en último término, a afirmar que «la sociedad no existe para sí sino para sus elegidos». No es, ciertamente, esta concepción monstruosa la que puede oponerse, como lábaro, al falso igualitarismo que aspira a la nivelación de todos por la común vulgaridad.
Muchos de aquellos jóvenes apuestos de la milicia, no volvieron jamás á Sevilla, y perecieron víctimas del furor reaccionario, derramando su sangre generosa en defensa de la libertad.
El Marqués decía que «la fatalidad le había llevado a militar en un partido reaccionario; el nacimiento, los compromisos de clase; pero su temperamento era de liberal». Tenía grandes «amistades personales» en las aldeas, y repartía abrazos por el distrito en muchas leguas a la redonda.
Los periódicos republicanos, orleanistas y bonapartistas que me acusaban de reaccionario, acogieron mis declaraciones con entusiasmo, y M. Lainé y M. Royer Collard reconocieron en ellas a su discípulo.
Pero «no se devolvían los originales». Aprovechaba el borrador y publicaba aquello en El Lábaro, el periódico reaccionario de Vetusta. Otro lector constante era un vejete semi-idiota que jamás se acostaba sin haber leído todos los fondos de la prensa que llegaba al Casino. Deleitábale singularmente la prosa amazacotada de un periódico que tenía fama de hábil y circunspecto.
Y recordando a tres segadores andaluces muertos de asfixia, según había leído en uno de sus papeles, intentaba en vano mirar de frente al sol y le amenazaba con el puño cerrado. ¡Asesino!... ¡Reaccionario!... ¡Lástima que no estés más abajo el día de la gorda! Cuando llegó al depósito de mercancías, detúvose un momento a descansar.
Era muy decidido partidario de las instituciones vigentes. Se peinaba por el modelo de los sellos y las pesetas, y en cuanto al calzado lo usaba fortísimo, blindado. Creía que esto le daba cierto aspecto de noble inglés. «Yo soy muy inglés en todas mis cosas decía con énfasis sobre todo en las botas». «Militaba» en el partido más reaccionario de los que turnaban en el poder.
Pasaba por reaccionario entre los liberales, y entre los reaccionarios por liberal; no había situación política bastante buena para él mientras imperasen sus ideas, ni bastante mala cuando no imperaban.
Y su confianza en la superioridad que lleva sobre el litoral iniciador del Atlántico, se funda en que le considera demasiado reaccionario, demasiado europeo, demasiado tradicionalista. La historia no da títulos cuando el procedimiento de elección es la subasta de la púrpura.
El señor Manolo no los mentaba nunca, y eso que sabía dónde se ocultaban desde la semana siguiente a la de su fuga. Vivían cerca de la plaza de la Cebada, en la casa de un reaccionario, de un loco que repartía estampas y regocijaba a la gente con sus sermones. Yo lo sé todo dijo el capataz, riendo ante el asombro de Maltrana . En mi oficina se habla de cuanto ocurre en Madrid.
Palabra del Dia
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