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Actualizado: 22 de junio de 2025
Se decía también que entre los promovedores de esta idea, era el Gobernador uno de los más activos. Parecerá singular, y hasta ridículo, que un asunto de esta naturaleza haya sido cuestión públicamente discutida, en la que tomaron parte en pro y en contra varias personas eminentes del gobierno.
Poca ó ninguna era la compasión que de semejantes espectadores podía esperar un criminal en el patíbulo. Pero por otra parte, un castigo que en nuestros tiempos atraería cierto grado de infamia y hasta de ridículo sobre el culpable, se revestía entonces de una dignidad tan sombría como la pena capital misma.
Reyes sabe que una mujer de estas es muy cara, y él no ha de querer arruinarse y arruinar a su mujer por una cómica. Y sin regalos, y de los caros, es ridículo obsequiar a una artista de tales pretensiones. Es usted demasiado discreto».
Aquel retrato podía ser el de muchas mujeres, pero a don Juan se le antojó la pintura de Cristeta: el presentimiento, sospecha o lo que fuese le pareció, sin embargo, ridículo; no obstante lo cual, hizo dos últimas preguntas: ¿Está casada? ¿Tiene un niño? ¿No le he dicho al señor que vive sola como un hongo?
Lo que hay que ver es si debe usted hacerlo; si eso seria decoroso para mí... ¿No comprende usted, tío, que el ridículo que ya por el hecho mismo de ser marido engañado, pesa sobre mí, se aumentaría de un modo inconcebible si fuese usted el que se batiese y no yo?... Este ridículo ya sé que se borra con sangre; pero ha de ser sangre vertida por mi mano.
Ana convino en que De Pas había llevado la galantería a un extremo ridículo, sobre todo ridículo, en un sacerdote. ¿A quién le importará más mi mujer, a él o a mí? repetía a cada instante el marido, como supremo argumento contra el Magistral.
Sea la que quiera la buena voluntad de Lacante, temo que no tenga para ella entrañas de padre. Es un estorbo en su existencia, una carga de la que se ha librado todo el tiempo que ha podido y que le va a resultar incómoda hasta lo ridículo.
Era aquello un reflejo de las ideas comunes, el pensar general modificado y adulterado por mi cerebro enfermo. ¡Ay, qué malo me puse! Te digo que cuando inventé aquel sistema filosófico tan ridículo, estaba en el periodo peorcito. No me quiero acordar.
Después una mujer cogió el ridículo y echó á correr por esas calles. Ya se ve: tuve que seguir tras ella, y casi no la alcanzo. Vamos, caballerito ... Si ha estado despejada la calle desde hace una hora. Salomé se apoderó de la prenda que creía perdida, y registró á ver si faltaba algo.
Aquella mirada desmayada y vidriosa, fija con expresión agradecida en el grupo de mujeres, acabó con la falsa serenidad de éstas, y estallaron los sollozos y las exclamaciones de desconsuelo. Era ridículo llorar la muerte de un caballo; sí señor, ellas Lo reconocían.
Palabra del Dia
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