Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 21 de mayo de 2025
Estos pensamientos me quitaban el valor de quejarme y me han proporcionado el de sostener la prueba hasta el fin. Podía en efecto abreviarla. Hay aquí dos ó tres restaurants en que me conocen y donde, cuando era rico, he entrado sin escrúpulo, aunque hubiese olvidado mi bolsa. Ahora podía hacer lo mismo.
Pero si no tengo semejante intención, hija mía respondía la buena señora despertándose un instante de su sopor; ciertamente este país no me gusta gran cosa; es frío y feo; pero una madre debe sacrificarse siempre por su hija, y me resigno sin quejarme.
Nunca he tenido motivo de quejarme de esas vastas y libres arenas donde otros se fastidiaban; no me encuentro solo en aquel sitio. Voy, vengo, y siempre tengo junto á mí el gran compañero.
Venía él con el entrecejo fruncido y con marcadas señales en toda la cara de muy terrible enojo. Apenas se saludaron él y ella, Antoñuelo dijo: Vengo a quejarme de ti, a decirte que me has engañado. Por culpa tuya he estado haciendo el tonto, y no quiero hacerlo más. Pues, hijo mío dijo ella riendo , yo no sé cómo te las compondrás para no seguir haciendo el tonto.
Entonces me lo dijo con una sangre fria, con un aplomo, con una conciencia de su buen derecho, que yo le escuchaba y no comprendia qué queria decirme. ¡Cuitado de mi! Me mudaba por ahorrarme 50 francos mensuales, y aquel hombre me pedia 67. ¿Qué es esto? Yo tengo el defecto de que doy demasiada importancia al no quejarme, al sufrir en silencio; pero esta vez no quise callar.
Y Juanito, que hasta entonces había permanecido silencioso, contemplando a su madre con la misma expresión de arrobamiento que si fuese un amante, se apresuró a cumplir su deseo, y casi la arrebató el ajado billete que había sacado del limosnero, corriendo después al mostrador. ¡Cómo la quiere a usted ese chico, Manuela! dijo el comerciante. No puedo quejarme de los hijos.
Bien dice nuestro inmortal novelista: «Y sobre todo, el cielo te guarde de que nadie te tenga lástima.» »Yo estallaría, me ahogaría si no comunicase con alguien mis penas. Por eso te las confío. Beatriz no advierte nada. ¿Cómo, de qué, por cuál motivo quejarme con ella y de ella? »Yo la amo con toda mi alma, y necesito para ser feliz que ella me ame y me respete.
En fin, que no hubiera sido justo en quejarme de mi suerte al siguiente día de mi larga expedición acompañado de Neluco, hecho el recuento minucioso de los frutos que me habían dado aquellas dos largas semanas de correrías y exploraciones.
Sin embargo, me hablaba de ti en unos términos... Ciertamente, no puedo quejarme de su modo de proceder diario, pero ayer éramos sus invitadas, y esto es un matiz; hoy he vuelto a ser sencillamente la institutriz de su hija y no dejaría de recordármelo si yo lo olvidase.
La vejez se aproxima: ¡que venga pronto! Yo la imploro: su hielo ayudará mi valor. No podría quejarme, además, de una situación que en suma ha engañado mis más penosas aprensiones, y que aun ha ultrapasado mis mejores esperanzas.
Palabra del Dia
Otros Mirando