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Actualizado: 25 de octubre de 2025
El presidente del Consejo de ministros, que ocupaba el asiento frontero al del anfitrión, se puso de pie y con una copa en la diestra, rebosando de espuma. Comenzaban los brindis. Aquí fue donde la naturaleza deleznable del marqués sintió ciertas sacudidas eléctricas que le produjeron inevitables alucinaciones y desfallecimientos.
Los otros remedios produjeron el mismo efecto y, siempre tras un corto alivio, el dolor volvía a empezar con redoblada fuerza. Durante los escasos momentos de tregua, Ben-Tovit procuraba olvidarlo completamente, poniendo el pensamiento en su nuevo asno; pero cuando se hacía sentir otra vez, empezaba a gemir, a insultar a su mujer y a decir que se iba a romper la cabeza contra la pared.
Un movimiento repentino del conde reveló en éste la sorpresa y la duda que le produjeron las palabras de su interlocutora; pero al ver que alguien se les acercaba, se retiró prudentemente sin hablar más. Desde aquel momento empezó el período de triunfo para Raúl, y el de decadencia para Amaury.
Contábase que el ayudante, mirando desde la cama por el balcón de su cuarto las tapias del cementerio, había dicho con acento de profunda convicción: «El pobre Sinforoso no tajdará muchos días en dojmij allí para siempre.» Tales palabras produjeron gran sensación en la villa, porque se le suponía con arrestos para llevar a cabo el propósito.
Dijo algunas generalidades que á él le parecían muy nuevas, pero que en realidad eran viejísimas, y concluyó un párrafo con dos ó tres sentencias plutarquianas, que á él le parecían encajar como de molde, pero que no produjeron sensación ninguna. El esperaba un aplauso: nadie aplaudió. Lázaro estaba acostumbrado á oír aplausos desde el principio: esto le daba estímulo.
Después se oyó el ruido que produjeron al entrar en el lago. El viento había arrojado muy lejos las nieblas que envolvían el lago, y la noche se presentó limpia y serena. En el oscuro manto del cielo principiaron á encenderse, como lejanas luces trémulas, algunas estrellas. El héspero corría á esconderse entre las montañas. La luna asomaba ya su disco resplandeciente por detrás de ellas.
Los peligros teológicos engendraron el pánico religioso; la facilidad para asustarse y la inclinación a asustar, explotados en el terreno político, produjeron por el peligro político el terror político, en círculo vicioso, y así se produjo en las sociedades cristianas la reversión a los métodos de las sociedades salvajes.
El amigo de don Silvestre no pudo menos de reirse al leer tan peregrinas condiciones, á pesar de la sorpresa que le produjeron, después, se indignó al considerar tan miserable suspicacia, y, por último, rompiendo en pedazos el papel y volviendo las espaldas al alcalde por toda contestación, acabó por compadecerse de aquellas pobres gentes que, por huir de un mal que nadie les hacía, desechaban el bien que les iba buscando.
Sus épocas participaron de su energía y de su grandeza: en derredor suyo y a su ejemplo se produjeron, a modo de emanaciones de ellos, multitud de hombres notables, que recorrieron como satélites su misma carrera. Después de ellos nada. Después del coloso los enanos. Actualmente empezamos a dejar atrás una época que tendrá nombre; el último hombre reverbero ha desaparecido.
Sin embargo, ni un ruido ni el más tenue movimiento se produjeron en la mata.
Palabra del Dia
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