Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 4 de mayo de 2025
De niña era un diablejo irresistible, lo reconocía ingenuamente. Apenas se pasaba día sin que dejase de proporcionar algún disgusto a las hermanas. La vida triste y monótona del colegio no era para ella. Se levantaban muy temprano y hacían media hora de oración en la sala de clases. Luego oían misa. A la salida se hablaban, preguntándose por la salud únicamente.
La muchacha me miró extrañada, preguntándose, sin duda, por qué le dirigía estas cuestiones. Yo seguí el interrogatorio. Digo si tienes confianza en mí. Si crees que soy un hombre malo. ¡Un hombre malo! No; no, señor. ¿Entonces, tienes confianza en mí? ¿No crees que yo te quiera hacer daño? No; no, señor; yo no he dicho eso.
Frente al cartelón de las últimas noticias, las gentes interrumpían sus comentarios sobre la próxima ofensiva, preguntándose: «¿Cómo le fué ayer á la duquesa de Delille?» Por las tardes, al llegar al Casino, los curiosos corrían para verla mejor y los amigos la saludaban, besando su mano con orgullo.
La gente de la huerta, con la facilidad que tiene todo el mundo para olvidar la desgracia ajena, apenas si de tarde en tarde recordaba la espantosa tragedia del tío Barret, preguntándose qué sería de sus hijas. Pero nadie olvidó los campos y la barraca, permaneciendo unos y otra en el mismo estado que el día en que la justicia expulsó al infortunado colono.
Se separaron, y el anciano cazador, muy pensativo y cabizbajo, anduvo un buen trecho preguntándose cuál habría sido la causa interna que le impidió abrir la cabeza al obeso posadero. Materne pensó que el hecho obedecía, sin duda, al miedo de comprometer a sus hijos.
Alarmado y herido el pintor en su ternura paternal, acusó a la huérfana de insensibilidad, de vano orgullo, de sequedad de alma, preguntándose si sus mismos sentimientos serían jamás comprendidos por aquel corazón de acero, diciéndose también que, de continuar persiguiendo su ensueño amoroso, comprometía la dicha de su hija, ¡el adorado encanto!
Nancy tenía los ojos llenos de lágrimas, pero su simpatía por Eppie se mezclaba naturalmente con la angustia que le causaba la situación de su marido. No se atrevió a hablar, preguntándose qué pasaría en el espíritu de Godfrey. Este sentía esa especie de irritación que se manifiesta inevitablemente en casi todos nosotros cuando encontramos un obstáculo imprevisto.
Pero otras veces, después de charlar cuanto quería, Quintanar solía levantarse, dar una vuelta por el Parque, vestirse, siempre cantando, y dejar así media hora larga solos a Anita y a su amigo. Y ahora no, no se movía. Ana y Álvaro se miraban, preguntándose con los ojos qué novedad sería aquella.
El hombre moderno no debía perder el tiempo preguntándose sobre el origen del mal ó si la naturaleza está corrompida por el pecado: las dos grandes preocupaciones de la moral cristiana. Bastábale saber que la naturaleza, buena ó mala, se modifica ó transforma por el trabajo.
Palabra del Dia
Otros Mirando