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Actualizado: 4 de junio de 2025


Parecía querer mirarse en sus pupilas, al mismo tiempo que concentraba en los propios ojos todo su poder de seducción. ¿Amigos de veras?... preguntó con una voz susurrante . ¿Amigos para siempre?... ¿Amigos por encima de la calumnia y de la envidia? El joven se sintió vencido por el contacto y los perfumes de aquella mujer.

Los únicos accidentes domésticos que tuve ocasión de presenciar fueron propios de la estación, que turbaban la simetría de las costumbres; como, por ejemplo, un día de lluvia que modificaba las disposiciones adoptadas contando con el buen tiempo. En días tales, Domingo subía a su despacho.

Se aman y admiran a propios en los que, fuera ya de este peligro de rivalidad, tienen las mismas condiciones de ellos. Los miran como una renovación de mismos, como un consuelo de sus facultades que decaen, como si se viesen aun a propios tales como son aquellas criaturas nuevas, y no como ya van siendo ellos.

«¡Qué absurdo! pensó . Pero ¿he podido hacer realmente esoMuchas veces en su existencia había sentido la misma extrañeza por los propios actos, como si hubiesen en su interior dos personalidades antagónicas, una de las cuales inspiraba horror á la otra. «¡Y ese hombre tal vez venga esta misma noche!», seguía pensando.

A Baltasar de Guzmán y Pedro de la Fuente, autores de danzas, Martín de la Rumia y Gonzalo de Campos Guerrero maestros de hacer invenciones y á Anton Calvo autor de comedias los vemos citados en el Lib. de Propios del mismo año. El segundo de los tres últimos citados era el pintor que la Ciudad ocupaba en las ocasiones que se ofrecian y de el tratamos en la pág. 22 del tom.

Algunas veces, en medio del combate, la posición respectiva de los adversarios se exageraba por unos y por otros; y de aquí que la revolución tropezara con algunos inconvenientes propios de la exageración natural de sus cronistas.

¿Qué voy á hacer desembarcado?... ¿Quién me espera?... ¿Qué negocios ni qué familia pueden interesarme?... Ferragut creyó escuchar un eco de sus propios pensamientos. El, como su cocinero, nada tenía que hacer en tierra... Se aburría mortalmente lejos del mar como durante los meses pasados en Barcelona cuando aún era joven y podía crearse una nueva profesión.

En la escalera no volvió a encontrar a nadie, ni una mosca siquiera, ni oyó más ruido que el de sus propios pasos. Cuando Estupiñá le vio entrar sintió tanta alegría, que a punto estuvo de ponerse bueno instantáneamente por la sola virtud del contento.

Usted, dulce y querido poeta, nos mueve á sonreír con lo mismo que le hizo sangrar, y tiene usted el arte amable y doloroso de extraer de sus propios sufrimientos un placer para nosotros...» A los treinta y dos años Alberto Glatigny regresó al lado de su familia, pero ya la enfermedad de riñones que había de matarle le tenía cogido.

Pues bien, querido amigo, dijo ofreciéndole la mano; esta noche en el pequeño círculo, si no tiene usted nada que hacer. Hacemos nuestro plan para mañana. Convenido. Pero le veo á usted vestido para salir; ¿quiere usted que le lleve á alguna parte? Bueno; á la Magdalena. Salieron, muy contentos el uno del otro. Marenval porque se veía crecer á sus propios ojos.

Palabra del Dia

cabalgaría

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