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Luego el juglar Novellet recitó mas de 700 versos, compuestos tambien por el infante D. Pedro, que contenian avisos y consejos útiles. Con estos entretenimientos era muy avanzada la noche cuando el Rey se entró á su aposento, y los demás concurrentes se fueron á sus posadas.

Es, por cierto, curioso llegar sobre una mula, por sendas primitivas en la montaña, durmiendo en posadas de la Edad Media, a una ciudad de refinado gusto literario, de exquisita civilidad social y donde se habla de los últimos progresos de la ciencia como en el seno de una academia europea.

Esa circunstancia ha hecho surgir en Toledo nuevas necesidades, entre otras la de crear fondas y multiplicar las posadas, á fin de dar alojamiento á los muchos viajeros que van á ver las maravillas ó al menos curiosidades de aquella singular ciudad.

Eran las posadas con sus inocentes placeres y con su devoción mundana y bulliciosa; era la cena de Navidad con sus manjares tradicionales y con sus sabrosas golosinas; era México, en fin, con su gente cantadora y entusiasmada, que hormiguea esa noche en las calles corriendo gallo; con su Plaza de Armas llena de puestos de dulces; con sus portales resplandecientes; con sus dulcerías francesas, que muestran en los aparadores iluminados con gas un mundo de juguetes y de confituras preciosas; eran los suntuosos palacios derramando por sus ventanas torrentes de luz y de armonía.

El director Posadas decía en 1814: «No conseguiremos vivir tranquilamente y en orden mientras seamos gobernados por personas con quienes nos familiaricemos». Es una verdad profunda que puede aplicarse a todos los pueblos; el poder requiere formas exteriores, graves, serenas, y el que lo ejerce debo rodearse, no ya de la majestad deslumbradora de una corte real, pero de cierto decoro que imponga a las masas.

Candiyú observaba el río con su anteojo, considerando que la creciente actual, que allí en San Ignacio había subido dos metros más el día anterior llevándose por lo demás su chalana sería más allá de Posadas, formidable inundación.

Grandes noticias te traigo, mujer dijo con retozona sonrisa, sentado ya en el sillón de cuero y con ambas manos posadas en las respectivas rodillas, mientras con lento compás movía el cuerpo . Te vas a poner más contenta... No puede ser sino que el Gran Duque ha reventado ya de los cólicos que padecía.

Debía recorrer a menudo el arrabal de Santiago, introduciéndose en los patios, en las posadas, en los bodegones, hasta sorprender alguna plática reveladora. Era preciso hallar, cuanto antes, el rastro, y caer de sorpresa, en flagrante conspiración, aunque se arriesgase la vida. Terminó con estas palabras: Alguien opina que, a fin de no ser sospechado, conviene simular un amorío.

El dia siguiente lunes el Rey tuvo tambien convite, y el martes, miércoles y jueves los infantes convidaron á S. M. y toda la corte en sus posadas.

¡Oh qué horror! decía mi don Periquito con compasión, sin haberlos visto mejor en su vida. ¡Aquí no hay teatros! Pasábamos por un café. No entremos. ¡Qué cafés los de este país! gritaba. Se hablaba de viajes. ¡Oh! Dios me libre; ¡en España no se puede viajar! ¡qué posadas! ¡qué caminos!