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Actualizado: 5 de julio de 2025
Un portazo o un salto ligero entre la hierba interrumpía de vez en cuando el silencio monótono que reinaba en aquel solitario lugar: era una cabra, que acudía a rumiar al resguardo del viento. Al verme se detenía absorta, y quedábase plantada ante mí, con aire vivaracho, los cuernos en alto, contemplándome con ojos juveniles...
Oí á la duquesa murmurar algunas frases acerca de lo que se cuenta en las apariciones en el alcázar de la desgraciada Isabel de Valois, y de repente sonó un portazo; cayóse el candelero de las manos de la duquesa, quedó el dormitorio á obscuras, y oí una voz de hombre que amenazaba á la duquesa con revelar no sé qué secretos suyos si no callaba acerca de lo que sucedía.
Yo no me justificaré jamás de acusaciones tan absurdas dijo levantándose con indignación la de Lemos y volviendo la espalda á la abadesa. Pero escuchad, mi querida Catalina dijo la abadesa. ¡Adiós! exclamó la de Lemos, y salió dando un portazo.
El Canónigo musitaba, gemía, suspiraba, con el rostro cubierto. Por fin, bajando las manos, embozose con furia, y, después de buscar la salida como un ciego a lo largo del muro, desapareció de la cuadra, dando con el pie, hacia atrás, un terrible portazo. Ramiro sintió que todo su maquinal apegamiento hacia aquel hombre acababa de trocarse en súbito rencor.
Dicen que de tiempo en tiempo suceden en esta cámara cosas extraordinarias... que el alma de la reina doña Isabel... En aquel momento la puerta que conducía al oratorio de la reina, dió un violento portazo. Sobresaltada, sobrecogida la duquesa, dejó caer la palmatoria que tenía en la mano y se quedó á obscuras.
Con las manos estremecidas sobre las telas, estuvo un momento dudando si podría tragar su despecho. Tenía asomadas a los labios desdeñosos unas agrias frases de reproche y ofensa, y, con ellas extendidas por toda su cara descompuesta, salió de la estancia dando un tremendo portazo que alzó en todas las habitaciones un eco penetrante.
Miguel aguantó el chubasco con la cabeza baja y sin chistar. Y ya que se hubo bien desahogado tío Manolo se marchó dando un gran portazo. Pero al otro día vino tan risueño como si tal cosa, salieron juntos a paseo y por la noche le llevó al cuarto de la Albini.
Está para llegar a nuestra casa, y se le dice que va a servir de estorbo en ella en el sentido, que a él le duele mucho, porque cabe que traiga el infeliz sus planes muy acariciados... Pues, mujer, qué menos ha de hacer en tales casos una persona sensible y delicada, que preguntar, para evitarse un portazo en las narices: ¿estorbo o no estorbo? ¿voy o no voy?
Era posible encontrar otro barco: se ofrecía á ayudarles en la busca. Iba á enviar Mare nostrum á que le esperase en Barcelona, y él permanecería en Nápoles todo el tiempo que ella quisiera. ¡Farsante!... ¡Y yo he creído en ti! ¡Y yo me he entregado considerándote un héroe, tomando como verdad tus ofertas de sacrificio!... Se marchó furiosa, dando un terrible portazo.
Clementina, que iba a salir por la puerta de la antesala, retrocedió para hacerlo por la de su boudoir. Antes de desaparecer, teniendo el portier levantado con una mano y encarándose con su marido, le dijo con reconcentrada ira: Al fin resultas un puerco como tu cuñado; sólo que éste no las echa como tú de generoso. Dejó caer el portier y dió un gran portazo.
Palabra del Dia
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