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Actualizado: 14 de junio de 2025
En todo el Brasil alcanzan fama de seductoras y de que tienen misteriosas cualidades y encantados lazos con que saben cautivar a los hombres. De San Pablo han salido mujeres que, por su belleza y por otros atractivos, han llegado al pináculo de la fortuna. Arturito, que era muy enamorado, estudió poquísimo e hizo en San Pablo doscientos mil disparates.
Me conviene, pues, desdeñar por que deben tener poquísimo valor y ser muy latosas, como se dice ahora, las novelas, las poesías y hasta las filosofías de mi tierra.
Un hombre de fino gusto que habia entre los convidados, explicó con mucha claridad como podia interesar una tragedia que tuviera poquísimo mérito, probando en breves razones que no bastaba traer por los cabellos una ó dos situacíones de aquellas que tan freqüentes son en las novelas, y siempre embelesan á los oyentes; que es menester novedad sin extravagancia, sublimidad á veces, y naturalidad siempre; conocer el corazon del hombre y el estilo de las pasiones; ser gran poeta, sin que parezca poeta ninguno de los interlocutores; saber con perfeccion su idioma, hablarle con pureza, y con harmonía continua, sin sacrificar nunca el sentido al consonante.
Ello fue que, sin meterme en grandes filosofías, salí triunfante de la prueba con poquísimo esfuerzo de mi voluntad. Verdad es también que, por buenas o por malas, yo, decentemente, necesitaba triunfar en aquel empeño.
Encogiéronse de hombros al oir este razonamiento los filósofos todos; y mas ingenuo uno de ellos confesó sinceramente que, exceptuando un cortísimo número de moradores poquisimo apreciados, todo lo demas es una cáfila de locos, de perversos y desdichados.
De aquí que yo, en obras de amena literatura, y especialmente en dramas y novelas, guste poquísimo de la tesis, y menos aún de lo que llaman Zola y sus parciales documentos humanos. A mi ver, tales documentos deben coleccionarse en Tratados de estadística y en Memorias de hospitales, presidios, cárceles y manicomios.
Salvador no desaprobaba estas ideas, pero fiaba poco en los buenos propósitos de los que pensaban como su amigo; fiaba también poquísimo en la milicia, en los palos de la milicia y en la soñada concordia entre la libertad y la Iglesia.
Gener tiene razón que le sobra, por qué Nietzsche se somete con gusto a toda clase de padecimientos y de malos tratos con tal de que se consiga la aparición del super-hombre. ¿Qué le va ni qué le viene con dicha aparición, si él no ha de ser el super-humanado, si él no ha de pasar de un cualquiera, de un pobre diablo, de simple profesor, con poquísimo dinero, con menos consideración y campanillas, y terminando al cabo porque le encierren en un manicomio?
No es empero mi corazon tan afortunado, porque tengo sobrada experiencia de que el halagado es el rey de Serendib, y que hacen poquisimo aprecio de Nabuzan. No por eso digo que sean infieles mis mugeres, puesto que quisiera encontrar una que me quisiera por mí propio, y diera por ella las cien beldades que poseo. Decidme si en mis cien sultanas hay una que de veras me quiera.
Y esto no porque fuese vano y se figurase que todo le era debido, sino porque no juzgaba nada más natural que aquella buena correspondencia. Era el Padre hombre de muchísimo mundo y de poquísimo mundo, según esto se entendiese. Conocía el corazón en general, y en cuanto está más cerca de la naturaleza.
Palabra del Dia
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