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Actualizado: 2 de julio de 2025
Por lo demás, si hay algo de cierto en el mordaz proverbio que dice: Al andaluz hacedle la cruz, y al cordobés de manos y pies, bien puede afirmarse que no reza con las mujeres; antes son víctimas las pobrecitas de lo levantiscos, alborotados y amigos de correrla que son generalmente los maridos. Si el marido es mozo y alegre, suele pasar meses enteros lejos del techo conyugal.
Dio algunas vueltas en esta forma y luego, pasando por delante de las colmenas y deteniéndose en cada una, las abejas fueron levantando el vuelo y metiéndose cada cual en su casa. Ya lo ven ustedes como no había miedo dijo viniendo hacia ellos completamente limpio . Ni una sola me ha picado; no han hecho las pobrecitas más que darme la bienvenida.
Las pobrecitas llevan una vida... Como duermen juntas las tres en una misma alcoba, se entretienen de noche contándose historias en voz baja.
Señora... nada más natural repuso jovialmente el fraile, que era joven por más señas . Una bomba... ¡Pobre D. Paco!, no se ha sabido más de él... ¡Iban por la muralla!... Las dos niñas corrieron, corrieron... pobrecitas... Las recogimos en casa... se les dio agua y vino... ¡qué susto!, pobrecillas... a la señora doña Presentacioncita no se la pudo encontrar...
Un día, comiendo, tiró Carolina del mantel, rompió los platos, derramó el contenido de ellos y la sal y el vino, y se encerró en su cuarto, donde estuvo llorando tres horas. A las pobrecitas Rosa y Josefa que hasta el Otoño anterior habían vestido de corto, las obligaba a confesar todos los meses. ¡Inocentes!, ¿qué pecados podían tener, si ni siquiera tenían novio?
Pero ¿tú quieres ser monja? exclamó Currita abriendo mucho los ojos; y la niña, cerrando los suyos y moviendo enérgicamente la cabeza, contestó con firmeza: ¡Sí!... ¡Yaaa!... Muy bien; ahora lo entiendo dijo Currita muy despacito con su tono de voz más suave . Y las Madres, como te quieren tanto las pobrecitas, te habrán metido esa idea en la cabeza...
85 Y el indio es como tortuga de duro para espichar; si lo llega a destripar ni siquiera se le encoge; luego sus tripas recoge, y se agacha a disparar. 86 Hacían el robo a su gusto y después se iban de arriba; se llevaban las cautivas, y nos contaban que a veces les descarnaban los pieses, a las pobrecitas, vivas.
Palabra del Dia
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