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Actualizado: 11 de mayo de 2025


También fueron muy frecuentes los techos de azulejos llamados de «ladrillo por tabla» ocupando los espacios de las viguerías en forma de casetones. Por último, en los comienzos del siglo XVI se pintaron techos planos al claroscuro, con dibujos de lacerías o con casetones de estilo plateresco. Fuentes de mármoles ó revestidas de azulejos completaban la artística decoración del patio.

«Estaba conforme, aquello era una profanación. ¡Qué pesadez la de aquellos doseletes, la de aquellas hornacinas! ¡Vaya si eran pesados! Como que el Infanzón temía que se le cayeran encima; porque se meneaban, sin duda. Pero ¡buen Dios! añadía para sus adentros; si el género plateresco es cargante y pesadísimo ¿dónde habrá cosa más plateresca que este señor don Saturnino?».

Merece sin disputa alguna ser considerada esta capilla como una de las mas acabadas creaciones del estilo plateresco: es bella, suntuosa, abundante en riquísimos detalles, magestuosa, grande, obra llena de verdad y de poesía; mas ¿cómo han de bastar todas sus dotes para atenuar el dolor que producen en el ánimo del artista los recuerdos de lo ya destruido?

De ambos estilos, plateresco y greco-romano, participa pues en su construccion y decoracion la catedral que vamos describiendo, si bien su primer arquitecto, Hernan Ruiz el Viejo, ideó sin duda alguna erigirla con arreglo al sistema gótico, que en su tiempo se consideraba todavía como el mas adecuado para los templos del cristianismo.

Fuera de Sevilla podemos citar un tipo de casa esencialmente plateresco, bellísimo por cierto, y acreedor á una monografía, que por lo menos nos conserve su memoria, pues, dado el relativo abandono en que se encuentra, sinó desaparece, sufrirá las consecuencias de restauraciones que la priven de su carácter primitivo adulterando sus preciosos ornatos. Nos referimos á la casita del Sr.

Compónese de dos cuerpos de estilo plateresco, y luce maravillosos trabajos de escultura, así en los capiteles de sus elegantes pilastras como en los camafeos que adornan los netos, en las estatuas amparadas de sus graciosas hornacinas, y en los soberbios escudos de armas que pregonan el apellido del fundador de tan insigne monumento.

No deja de producir efecto en el ánimo esta composicion en cierto modo grandiosa, sea que realmente exista en esta arquitectura el mérito que sus apasionados le atribuyen, ó sea que en sus no interrumpidas y desnudas líneas descanse con placer la vista despues de fatigada con la recargada decoracion de los estilos gótico-florido y plateresco.

Porque son dos los estilos que se dividen el siglo XVI en España: el primero es el plateresco, formado y cultivado casi esclusivamente por artistas españoles bajo el reinado de Cárlos V, el cual se perpetúa hasta dentro del reinado de Felipe II, y al que se deben, entre muchos edificios justamente célebres, el bellísimo claustro del monasterio de Sta.

Nada más vistoso que la perspectiva de aquella gran casa de los opulentos Dominicos. Su fachada, recargadísima de adornos, marca la transición del gótico al plateresco, y luce todas las galas y fantasías de este singular estilo, medio gentil y medio cristiano.

Hay una diminuta catedral, una microscópica obispalía, vetustos caserones con la portalada redonda y zaguanes sombríos, conventos de monjas, conventos de frailes. A la entrada de la ciudad, lindando con la huerta, los jesuitas anidan en un palacio plateresco; arriba, en lo alto del monte, dominando el poblado, el Seminario muestra su inmensa mole.

Palabra del Dia

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