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Actualizado: 7 de julio de 2025


Cuenta Palomino, que al día siguiente, cumpleaños del Príncipe Felipe Próspero, se celebró la ceremonia de la toma de hábito, y al volver Velázquez a Palacio, fue de S. M. muy bien recibido. Y en distinto lugar de su obra refiere, que después de muerto, mandó el Rey que en su figura del cuadro de Las Meninas, se le pintase sobre el pecho la cruz de Santiago.

Luego se resignó, como el que se tiende fatigado ante el obstáculo y espera una intervención providencial que le ayude á salvarlo. Lo importante era ser pintor... aunque no pintase. Esto le permitía dar tarjetas con excusas de alta estética á las mujeres alegres, invitándolas á su estudio. Vivía de noche.

Mirole salir gozosa Palo con ojos; mas no era fácil que el regocijo se pintase en su cara, por tenerla casi toda cubierta con un pañuelo, a causa del dolor de muelas y de la hinchazón que estaba sufriendo aquel día. Y aun así no faltaban alrededor de su frente las sortijillas pegadas con tragacanto, ni la canastilla y peinas.

Estaba persuadido de que si la cordobesa que yo pintase no era un tipo sui generis, era porque yo no sabía pintar lo que estaba viendo de un modo claro. Me decidí, pues, desde entonces a hacer esta pintura, confesando con ingenuidad que, si no sale original y nueva, la culpa será mía y no del modelo. Una cosa me turba aún y dificulta mi propósito.

Una vez, con unos cuantos compañeros suyos, publicó en el colegio un periodiquín manuscrito, y por supuesto revolucionario, contra cierto pedante profesor que prohibía a sus alumnos argumentarles sobre los puntos que les enseñaba; y como un colegial aficionado al lápiz pintase de pavo real a este maestrazo, en una lámina repartida con el periodiquín, y don Manuel, en vista de la queja del pavo real, amenazara en sala plena con expulsar del colegio en consejo de disciplina al autor de la descortesía, aunque fuese su propio hijo, el gentil Manuelillo, digno primogénito del egregio varón, quiso quitar de sus compañeros toda culpa, y echarla entera sobre ; y levantándose de su asiento, dijo, con gran perplejidad del pobre don Manuel, y murmullos de admiración de la asamblea: Pues, señor Director: yo solo he sido.

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