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Actualizado: 15 de julio de 2025
Hazme el favor de no volverme loco, ¿eh?, que para eso bastante tengo con el viento maldito. ¡No quiero oír, no quiero oír más! declaró esto en ocasión que su montecristo se alzaba rápidamente a impulsos de una ráfaga mayor, y se volvía todo hacia arriba, dejando al arcipreste como suelen pintar a Venus en la concha.
Pues bien: en cuanto lo supe y me enteré de que había llegado en retirada Gravina con unos cuantos navíos, fui a ver si entre ellos venía el San Juan, donde estabas tú; pero me dijeron que había sido apresado. No puedo pintar a ustedes mi ansiedad: casi no me quedaba duda de tu muerte, mayormente desde que supe el gran número de bajas ocurridas en tu navío.
Maltrana contestó con la firmeza del que dice verdad: Tengo aquí lo mejor de mi familia. El guardián no parecía satisfecho. ¿No vienen ustedes a pintar? preguntó de nuevo . Porque para pintar se necesita permiso. Isidro sonrió, echando atrás las aletas de su macferlán. ¡Pintar! ¡ Vaya una pregunta! ¿En dónde iba a ocultar los colores y la paleta?...
Era menester blanquear la cocina, tapar con yeso algunos agujeros y enormes grietas que por todas partes había, empapelar el gabinete, que iba a ser su alcoba, y pintar las puertas. Claro, me tiene tirria; ¿pues qué es él más que un servilón de los de Santa Cruz? Con todo, pienso decirle algo, porque en último caso, con dejarle el cuarto hemos concluido.
Para pintar el comandante de campaña que se apodera de la ciudad y la aniquila al fin, he necesitado describir el suelo argentino, los hábitos que engendra, los caracteres que desenvuelve.
Y parece que todo el mundo se viene encima cuando hay que ponerse en contacto con la multitud y salir a evacuar un negocio en que es preciso hablar, insistir, volver, porfiar. La autosugestión hace entretanto su camino; la enferma, que ya andaba poco, acaba por no moverse de su asiento. ¿Para qué pintar las diversas gradaciones de este proceso doloroso?
Ya tiene la comedia verdadera Su fin propuesto, como todo género De poema ó poesis, y éste ha sido Imitar las acciones de los hombres Y pintar de aquel siglo las costumbres.
Cuando desapareció, el artista, cuyo carácter era firme cual la roca, enjugó, sin embargo, una lágrima. Después se levantó, tomó su paleta y púsose a pintar. Al día siguiente experimentó la sorpresa de ver a Calvat entrar en el taller. ¿Cómo te atreves a presentarte en mi casa? le preguntó con amenazadora gravedad.
Lo que hace la dicha de los unos constituye la desgracia de los otros... ¡Esa es la vida!... Siéntese usted. Hablaremos del particular mientras usted trabaja, puesto que eso no le molesta. Fabrice se inclinó, instaló el caballete, tomó la paleta y se puso a pintar. Creo que necesitaremos dos sesiones todavía. ¡En fin! dijo la baronesa.
Es celos lo que imagino; Que no es celos lo que sé: 940 Cosa que pienso que fué, Y que en mi daño adivino. Por poco tuviera calma La nave de tu deseo. Entro, y á doña Ana veo, 945 Venus de marfil con alma. ¿Cómo te podré pintar De la suerte que la ví? Cultas musas, dadme aquí Un ramo blanco de azahar 950 De las huertas de Valencia Ó jardines de Sevilla.
Palabra del Dia
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