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Actualizado: 15 de julio de 2025


Durante los siglos XV y XVI era frecuente pintar en las velas figuras de adorno prefiriendo las de los santos patronos de España y de los navegantes, ó las armas y blasones, pero la cruz era lo más común, y se manifiesta en el grabado de las carabelas de Colón que se hizo en Roma el año 1493.

Los ojos quedaban heridos al igual del oído por el contraste diabólico de esa nieve deslumbradora azotando las negrísimas lavas. En fin, en aquel momento comprendí que más culpa tenía la tierra que el mar en lo terrible del cuadro que acabo de pintar. Lo contrario sucede en el Océano. La tempestad del mes de octubre de 1859.

Entonces ella, viéndose en peligro, contó de á al conde su historia con el canónigo, su nombre y señas, y las de las señoras á quienes servía y en dónde tenía su vivienda, sin olvidar en modo alguno de repetir lo de los doscientos ducados prometidos y pintar con negros colores la situación en que se encontraba.

Debió de pintar primero el que hoy se conserva en el Museo del Prado con el número 1.070, donde esta el monarca de unos dieciocho años, de cuerpo entero y tamaño natural, en traje negro de corte.

«¡Ciega yo, torpe mil veces, que, con pensar tanto en ello a todas horas, no sospeché de qué se trataba entonces hasta que sonaron en mi oído estas tremendas palabras! »Dicen que dos grandes poetas han apurado todos los horrores que caben en la imaginación para pintar los tormentos que padecen los condenados en el infierno.

Sólo los falsos artistas, los hombres «de oficio», los ejecutantes sin pensamiento, se preocupan del colorido y otras ranciedades. Argensola era un artista psicológico, un pintor de almas. Y el discípulo sintió asombro y despecho al enterarse de lo sencillo que era pintar un alma.

Se dice que Diego de la Barrera fué el primer maestro que tuvo el artista, quien, en un principio, se dedicó á pintar en sarga, y deseando luego encontrar más ancho campo para realizar sus aspiraciones, y para instruirse bajo la dirección de los grandes maestros del renacimiento italiano, á la edad de veintiún años partió de Sevilla.

La señorita Guichard volvió á su casa confesándose que Roussel poseía sobre ella una marcada superioridad y que jamás Herminia tendría ni un gran talento para pintar, ni gran voz para hacer sensación como cantante, ni buen arte como pianista para rivalizar con los Poloneses.

Poco a poco, comprando un mes un mueble y otro mes otro, amuebló toda la casa. La hizo pintar, empapelar, decorar.

Describir la confusión y bulla que allí reinaba fuera imposible; pintar la variedad de sus fachas, la movilidad de sus gestos y la comezón de hablar y reír que les poseía, fuera prolijo.

Palabra del Dia

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