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Actualizado: 20 de junio de 2025
Alguna otra vez había pasado la Regenta por allí a tales horas, pero en esta ocasión, con una especie de doble vista, creía ver, sentir allí, en aquel montón de ropa sucia, en el mismo olor picante de la chusma, en la algazara de aquellas turbas, una forma de placer del amor; del amor que era por lo visto una necesidad universal.
La conversación del círculo, que empezaba casi siempre con el tema de la guerra, pasaba insensiblemente al de los empleos. Leopoldo Montes, cesante eterno, Relimpio, y otros que tenían entre los dientes alguna piltrafa del presupuesto, se arrojaban con deleite famélico sobre aquel tema picante. «Usted, ¿cuánto tiene?».
Ya con todo género de especierías, con nueces, almendras y ajonjolí, condimenta el morisco alfajor, picante y aromático; ya la hojuela frágil, liviana y aérea; ya el esponjado piñonate, y ya los pestiños con generoso vino amasados: sobre todo lo cual derrama la que tanto abunda en aquellas comarcas, silvestre y cándida miel, ora perfumada de tomillo y romero en la heroica y alpestre Fuente Ovejuna, que en lo antiguo se llamaba la Gran Melaria; ora extraída, merced a las venturosas abejas, del azahar casi perenne, que se confunde con el fruto maduro por todos los verdes naranjales, en las fecundas riberas del Genil y del Bétis.
En ninguna parte pudiérais sentir menos la espera. ¡Ah! las diez... conque hasta las doce. Quede con vosotros Dios. Y Quevedo salió. Toda esta escena, á pesar de que había sido un poco picante, había pasado delante de la negra y del lacayuelo. Servidnos los postres y marcháos á almorzar dijo Dorotea apenas salió Quevedo. Montiño y la comedianta quedaron al fin solos.
Llegaba, y parado en la puerta, bajo el carcomido dintel, se detenía atusándose el bigotazo. Al verle yo, se inclinaba, quitándose el sombrero, me dirigía correcto saludo, siempre acompañado de una picante alusión a la disputa de la víspera, y luego, en voz baja me decía: ¿Está el tío? El tío era el abogado. Así llamaba a un superior cuando hablaba de él con quienes le estaban sometidos.
La tertulia de Cascos y la tienda de los Porches habían sido, respectivamente, ocasión y teatro de muchas de aquellas aventuras, que se envolvían en un picante misterio y después venían a ser pasto de una murmuración misteriosa también y no menos picante.
Todo lo que era pesado o boto para el amor desapareció de su menuda persona, no quedando sino lo vivaz, lo mondo, lo agudo, lo picante, el grano concentrado de especia, el clavo de olor, capaz de perfumar a un tiempo innumerables deseos. A pesar de su celoso cariño, don Alonso deseaba casarla temprano, con algún mancebo capaz de mantener el lustre de la sangre.
La indivudua eran el amor de Juan Pablo, una tal Refugio, personaje de historia, aunque no histórico, de cara graciosa y picante, con un diente de menos en la encía superior. Feijoo no la había visto nunca, ni el filósofo de café acostumbraba a presentarse en público en compañía de aquella Aspasia, por cuya razón quedose Rubín un tanto cortado al ver a su amigo.
Paco no quería perjudicar a Mesía en sus planes, a los cuales tal vez obedecía en parte la fiesta de aquel día; pero encontró muy gracioso y picante el molestar al señor Magistral, si, como Visitación sospechaba, a este ilustre canónigo le disgustaba ver a la Regenta entregada al brazo secular de Mesía.
Ninguna joven osaba imitar los vestidos audaces, los ademanes excéntricos, las palabras de sentido ambiguo que formaban el encanto picante y perturbador de las dos hermanas. Todos los atrevimientos perturbadores del gran mundo encontraban su apoyo.
Palabra del Dia
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