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Actualizado: 1 de junio de 2025
Después retrató al Papa, haciendo de él primero una cabeza pintada en pocas sesiones que hoy se guarda en el Museo de San Petersburgo , y luego el retrato grande de la Galería Doria, considerado desde entonces en su género como obra, cuyo mérito nadie ha logrado igualar y mucho menos exceder.
Antes, París pertenecía a los parisienses, y este antes no está muy lejos de nosotros, treinta o cuarenta años apenas. Los franceses, en esta época, eran dueños de París, como los ingleses lo son de Londres, los españoles de Madrid y los rusos de San Petersburgo. Pasaron esos tiempos. Los otros países tienen aún fronteras, pero la Francia ya no las tiene.
Así es que sin cesar iba a casa del cura, a confesarle mis cuitas, inquietudes, esperanzas y protesta contra la espera que me veía obligada a soportar. Sabía, que el objeto de mi amor ¡ay! no había hallado de su gusto el viaje a Laponia. Paseábase tranquilamente en San Petersburgo, y las hermosas eslavas me daban un miedo horrible. ¿Estáis seguro de que no se enamorará de una rusa, señor cura?
Y al mismo tiempo que estas noticias inquietantes para su porvenir, llegaban otras que le herían en sus mejores recuerdos. Una gran dama de la corte, con la que había tenido unos amores de grata memoria, vendía ahora periódicos en las calles; otra muy elegante, que lanzaba las modas en Petersburgo, barría la nieve y había perdido varios dedos por el frío.
Huirá del pobre coronel, á causa de Madó. ¡Que otros se encarguen de su infortunio!... Se instalará en Niza, en una pensión rusa que dirige una gran dama empobrecida. Hablarán por las noches de los tiempos en que ella era rica, hermosa y deseada; de los bailes de la corte de Petersburgo, en los que tantas veces danzaron juntos.
Hombre de espada y católico, creyó que su deber era combatir al turco; y recomendado por sus protectores austriacos, pasó á la corte de Petersburgo. El general Saldaña fué simple comandante de escuadrón en el ejército ruso. Los oficiales hablaban con él en francés. Sus jinetes harto le entendían cuando se colocaba ante el escuadrón y, desenvainando el sable, galopaba el primero contra el enemigo.
Yo le hablé entonces, con detalles, de las comedias caseras, que había tenido ocasión de ver en París y en San Petersburgo; luego no queriendo abusar de mi favor, me levanté bruscamente, declarando que pretendía inaugurar sin demora mis funciones, por la exploración de un gran cortijo situado á dos leguas escasas del castillo.
Llegan de Londres, de San Petersburgo, de Nueva York o de Melbourne en busca de nuevas contratas; han corrido el globo con la indiferencia del que tiene todo el mundo por casa; han pasado una semana en el tren o meses en el vapor, para volver a su rincón de la Galería, sin que el viaje les haya reformado, reanudando sus enredos, maledicencias y envidias, como si hubiesen salido de allí el día anterior.
Constituído un poder central provisional, á consecuencia de un acuerdo del Parlamento, el representante del imperio creyó conveniente entablar relaciones internacionales con las demás potencias de Europa, y nombrar embajadores para Londres, París, San Petersburgo, Roma y Atenas.
A los seis meses justos se le antojó a la joven esposa viajar por Europa, un viaje largo que había de durar un año o más; visitar toda Francia, Italia, subir luego a Inglaterra, pasar a Alemania y correrse hasta San Petersburgo. El enamorado Montesinos no puso obstáculos a este deseo, aunque debiera ponerlos.
Palabra del Dia
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