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Actualizado: 17 de junio de 2025
Lo que hay que ver es si debe usted hacerlo; si eso seria decoroso para mí... ¿No comprende usted, tío, que el ridículo que ya por el hecho mismo de ser marido engañado, pesa sobre mí, se aumentaría de un modo inconcebible si fuese usted el que se batiese y no yo?... Este ridículo ya sé que se borra con sangre; pero ha de ser sangre vertida por mi mano.
Además del regio alcázar, ya había entonces en Cintra no pocos palacios y quintas de particulares ricos y no faltaban hospederías donde los extranjeros pudieran albergarse. Doña Sol y algunas otras damas de palacio habían acompañado a la Reina a Cintra. Natural era que hubiesen acudido allí también los galanes que a estas damas servían. Algo me incumbe decir aquí de que me pesa por dos razones.
Cuando está bien escurrido se pesa kilo de fruta por uno y medio de azúcar; se hace aparte un almíbar a punto, se unen los hilos al almíbar; se echa corteza de limón y canela en palo y se deja hervir hasta que tome punto.
Mudo al principio, diríase que duerme; mas, ha recibido un tenue golpe, golpe de batuta que señala el preludio: hele aquí inquieto. Contesta, vibra, oscila; se repliega, baja. La atmósfera elástica, bajo los cargados vapores, pesa; y luego, repentinamente, rebota y sube. El barómetro tiene su borrasca peculiar.
Sacar a la vergüenza a personajes conocidos, vivos y reales, y revelar al público todos sus vicios y pecados, es uno de los medios más a propósito de que puede valerse un escritor para proporcionarse lectores. Yo tengo por cierto que el Sr. Lasso de la Vega no ha menester de este medio, y por lo mismo me pesa de que le haya empleado.
He hecho mal, muy mal, y me pesa. Yo he debido coger el sueldo, dárselo á la inválida, sin perjuicio de añadir mis dos sueldos, ó lo que me hubiera parecido oportuno. He ofendido á la paralítica, y la pido perdon.
Y siguieron andando, sumidos uno y otro en sus reflexiones. ¿Por qué siento a veces en el pecho, bajo el corazón, algo que me oprime, que me pesa? Di, Nicolás. ¡Es natural! En una casa de locos no puede uno menos de fastidiarse alguna vez. ¿Crees...? Pomerantzev volvió la cabeza hacia San Nicolás. Este le miraba con afecto y sonreía dulcemente. Tenía los ojos arrasados en lágrimas.
Alternan en esta bellísima pieza el oro, la plata bruñida y la plata mate, y parece al sol una maravillosa cristalizacion de sal gema, brillantes y oro. Pesa 532 marcos de plata, y para ella contribuyó con 100 marcos el arcediano de Córdoba D. Francisco de Simancas.
«Es, pues, el caso -dijo el labrador-, señor bueno, que un vecino deste lugar, tan gordo que pesa once arrobas, desafió a correr a otro su vecino, que no pesa más que cinco.
Su andar airoso y reposado, su esbelta estatura, lo terso y despejado de su frente, la suave y pura luz de sus miradas, todo se concierta en un ritmo adecuado, todo se une en perfecta armonía, donde no se descubre nota que disuene. ¡Cuánto me pesa de haber venido por aquí y de permanecer aquí tan largo tiempo!
Palabra del Dia
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