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Actualizado: 24 de junio de 2025
Nunca había quemado teas perfumadas en honor de Buda; y las ceremonias del sacrificio místico debían parecer a su abominable alma de gramático y de escéptico, simples pantominas de los payasos en el Teatro de Haug-Tung.
Viuda del emperador Juan Dukas, tenía el señorío de tres villas importantes de Anatolia, con una renta de tres mil besantes de oro fino. Pero esta renta lejana, no llegaba nunca. Y casi de limosna se embarcó en una nave que hacía rumbo á las perfumadas orillas del golfo de Valencia. Su sobrina Constanza, hija de Manfredo, estaba casada con el infante don Pedro de Aragón, hijo de don Jaime.
Si leo algun escrito que nombra á Buenos Aires Sus páginas exalan magnético perfume, Y todas las palabras mi mente las asume Como el rocío puro que cae sobre la flor; Y entonces se presentan á mi memoria triste Tus torres, tus jardines, tus calles animadas, Tu cielo hermoso y puro, tus brisas perfumadas, Tu rio, tu horizonte, tu hermoso bicolor.
Galanas, frondosas, al llegar la primavera, nuestras flores queridas, las que nosotros plantamos, de las cuales esperábamos Linilla y yo pruebas maravillosas de amorosa fidelidad, no lucirían para mi amada sus perfumadas corolas; ninguna de ellas adornaría los negros cabellos de la niña. ¡Adiós alegría! ¡Se iba con ella, y acaso para no volver más!
Esta música hacía surgir en medio de los cielos brumosos las colinas de Sorrento, cubiertas de naranjos y limoneros, las costas de Sicilia, perfumadas por una flora ardorosa. Ferragut tripuló el buque con gente amiga. Su segundo fué un piloto que había empezado su carrera en las barcas de pesca. Era del mismo pueblo de los abuelos de Ulises, y se acordaba del Dotor con respeto y admiración.
Yo me complacia, hijo del Nuevo Mundo y republicano, en recorrer aquellos bosques tupidos y suntuosos, aquellas alamedas perfumadas, aquellos jardines repletos de fuentes, estatuas y primores.
Su mayor placer era que las damas les diesen la mano. ¡Bendita guerra que les permitía acercarse y tocar á estas mujeres blancas, perfumadas y sonrientes, tal como aparecen en los ensueños las hembras paradisíacas reservadas á los bienaventurados! «Madama... Madama», suspiraban, poblándose al mismo tiempo de llamaradas sus pupilas de tinta.
Palabra del Dia
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