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Actualizado: 16 de julio de 2025
Nuestras filas habían desalojado a los franceses de sus posiciones. Les vimos replegarse en desorden, y entonces cesó la inmovilidad de los coraceros. Los resplandecientes petos despedían reflejos múltiples, y ordenadamente descendieron de la colina en perfecta fila. Relincharon sus caballos, y los nuestros relincharon también, aceptando el reto.
Las dos ilustres cuanto desgraciadas señoras aposentaban en su casa un caballero tan respetable como rico durante las temporadas, a veces muy largas, que dicho sujeto pasaba en Madrid. El trato era excelente, la remuneración buena, y la armonía entre el huésped y las damas tan perfecta que los tres parecían hermanos.
El Nuevo Mundo descubierto pertenece á las comedias de Lope más satirizadas por los galicistas, y hasta los más benévolos la han calificado de loca extravagancia; pero cuando se fija la atención en lo que constituye su centro de unidad, que es el ensalzamiento de la fe católica, es preciso convenir en que no falta en ella, para ser perfecta, el enlace necesario de sus partes.
La acción de D. Cristóbal de Moura es evidentísima en todo esto y su evidencia se manifiesta con perfecta claridad merced al detenido relato que hace el Sr. Danvila, ilustrándole con gran copia de documentos, no pocos de ellos desconocidos e inéditos hasta ahora y sacados de los archivos.
Su mujer era perfecta y él pasaría un día delicioso. ¿Un día?
La igualdad más perfecta entre todos los españoles de la Península y de Ultramar ha sido proclamada siempre en leyes, pragmáticas, ordenanzas y decretos. Felipe II la proclamó solemnemente con palabras citadas por el mismo Sr. Clarence King.
Allí la castidad de ella, que era viuda, y la de su hijo, que era sacerdote, se tenían por indiscutibles; eran de una evidencia absoluta; ni se podía hablar de tal cosa. «Don Fermín continuaba siendo un niño que jamás crecería para la malicia». Este era un dogma en aquella casa. Doña Paula exigía que se creyera que ella creía en la pureza perfecta de su hijo. Pero todo en silencio.
Hay cosas absurdas que tienen toda la apariencia de un legítimo razonamiento: Salí afuera con la lámpara en una mano y la escopeta en la otra, exactamente como para buscar a una rata aterrorizada, que me daría perfecta holgura para colocar la luz en el suelo y matarla en el extremo de un horcón. Recorrí los corredores.
Si tú a fuerza de devoción y reconcentración, y gracias también al rigor de mi prudente autoridad has logrado elevar tu alma a cierto grado de beatitud, concedido a pocos, no te achiques empeñándote en disculpar a los demás. La perfecta virtud anda muy escasa por el mundo.
¡Señor barón! exclamó el clérigo con voz enfática de cómico de la legua. ¡Tiene usted el alma tan fea como el rostro! El barón quedó tan sosegado ante aquel insulto. Después de un rato dijo con perfecta tranquilidad: No sea usted botarate. ¿Qué tiene que ver mi cara en estos asuntos?
Palabra del Dia
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