Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 12 de junio de 2025


Todo ello tenía dimensiones homéricas; y como el cielo, la tierra y el mar que se desplegaban ante nuestra vista eran los mismos de hace veintidós siglos, hubo momentos en que perdí toda conciencia del tiempo, ó en que confundí lo pasado con lo presente, y aun con lo futuro, que era el eclipse.....

Llorando dice: «¡Ay de mi ¿dónde estoy? ¿dónde me veo? ¿ó quién me ha traido aquí? ¡tan cerca lo que poseo! ¡tan lejos lo que perdíLloren al fin entre tanto que no descansa su mal, y obliguen al cielo santo; que no puede ser el llanto á sus delitos igual.

No quiero seguir narrándoos mis desdichas, ¡oh lectores! porque temo conmoveros demasiado. En pocas palabras os diré que, por ese maldito bridge, perdí mi novia, mi posición y hasta mi nombre. La desgracia es como una bola de nieve. Ha caído sobre y me ha aplastado como a vil gusano. Hoy soy un pobre náufrago sin rumbo ni salvación posible.

Figúrate mi desesperación, mi agonía, mi locura; yo no cómo no entregué el alma a Dios en aquellos días, porque además de mi gran pena, me consumía una fuerte calentura, a consecuencia de la herida de esta mano, pues bien viste que perdí dedo y medio en la calle de San José... ¿Crees que me curaba? Ni por pienso.

Los demás fueron destinados al remo en las galeras; y como al oirlo se dejara vencer de la pena un Capitán, díjole D. Alvaro: «Llore quien se ha perdido mal, que yo como hombre me perdí

Nada quedaba de él... nada más que sus papeles abandonados sobre su escritorio... Había también una cartera que contenía sumas considerables; y su testamento, escrito de su mano... manifestaba en pocas palabras que se daba la muerte por el temor de ser parricida... y dejábame heredera de toda su fortuna. »Así fue cómo perdí el compañero de mi infancia, el amigo de mi juventud.

La gratitud penetró en mi corazón como una luz del cielo, como un bálsamo dulcísimo, y perdí por completo los pocos deseos que me ligaban a la vida. «Gracias pueblo de Madrid, exclamé dirigiéndome a la ciudad: gracias, pueblo generoso y culto, por no haber venido a gozar con el espectáculo de mi muerte ignominiosa. ¡Qué hubieras ganado presenciando la suprema agonía de un infeliz!

Sus lozanas mejillas habían perdido parte de su color y redondez, y los abundantes cabellos blancos no estaban revueltos como en otros tiempos, sino que se achataban sobre el cráneo, con indecible desolación. ¡Ah, mi pobre y bondadoso cura! Salté del tronco, corrí a la puerta, perdí mi sombrero en la carrera, y me precipité en el comedor, como una bomba. El cura se levantó sorprendido.

Así que perdí de vista estas montañas, ya me sentí otro hombre, y canté y retocé como los demás. ¡Qué palos me tienen costado estos retozos! Había un sargento en mi compañía que nunca prevenía las cosas más que una vez. Decía que él no era reloj de repetición. Á la segunda hablaba con el garrote.

«¡Ubi irritatio ibi fluxusiba pensando; es verdad, es verdad... he estado ciego... la mujer siempre es mujer, la más pura... es mujer... y yo fuí un majadero desde el primer día.... Y ahora es tarde... y la perdí por completo. Y ese infame....

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando