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Actualizado: 4 de junio de 2025
Unos envistieron á la ciudad para entrarla, otros arrojaban flechas de cañas encendidas sobre las casas, que cuyos techos estaban cubiertas de paja, excepto la del General que era de piedra, y lograron quemar enteramente toda la ciudad. Disparadas las flechas, empiecen á encenderse por la punta, y encendidas y arrojadas, no se apagan, antes queman las casas en que pegan, y abrasan lo que tocan.
Verdad que no molestan, y si a mano viene, cuando piden prórroga, por tenerle a uno contento le dan un destinillo para un sobrino, como hizo el chico de Pez conmigo... pero el materialismo del destino no importa; a lo mejor la pegan y de canela fina, créame usted. Por eso, ya puede venir ahora a tocar a esta puerta, que le he de mandar a plantar cebollino».
35 ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan? ¿Y te dirán ellos: Henos aquí? 36 ¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio al entendimiento la inteligencia? 37 ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y los odres de los cielos, ¿quién los hace parar, 38 cuando el polvo se ha endurecido con dureza, y los terrones se pegan unos a otros?
Durante el invierno y parte de la primavera, el viento deposita en las alturas en forma de nieve el agua que ha de brotar del suelo como fuente permanente. Las nubes grises que se pegan al suelo de la cumbre, no se evaporan sin dejar huellas de su paso; en el punto donde antes se veía la verde dehesa se extiende ahora un vasto lienzo de blanca nieve.
¡Cáspita! dijo Rafael , ¡qué trozo de elocuencia! Tía está inspirada, iluminada; votaré por su candidatura a diputado a Cortes. Tampoco vayáis continuó la marquesa a introducir el espantoso suicidio, que no se ha conocido por acá, hasta ahora, que han logrado entibiar, sino desterrar la religión. Nada de esas cosas nos pegan a nosotros.
Es que se me pegaron tus ilusiones replicó la suegra esforzándose en disculpar su error . Dice Juan que es manía; yo lo llamo ilusión, y las ilusiones se pegan como las viruelas. Las ideas fijas son contagiosas. Por eso, mira tú, por eso tengo yo tanto miedo a los locos y me asusto tanto de verme a su lado.
Hombre corrido por los mares y desgraciado en levas, pues le habían cogido dos, como dije al principio, era el refugio á que acudían aquellas pobres gentes para saber algo de la suerte que esperaba á los objetos de su cariño. Y diga, tío Tremontorio, ¿es verdá que los castigan mucho, que los pegan á bordo? preguntaba, entre sollozos, una pobre mujer.
Y por si esto no fuera bastante, un librero ha puesto sus estantes de libros profanos a lo largo de una de sus paredes, y unos hombres rápidos, que llevan una escalera al hombro, vienen todos los días y pegan en sus muros tristes grandes carteles blancos, azules, rojos. ¡No la dejan tranquila!
Palabra del Dia
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