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Actualizado: 15 de junio de 2025
Parece un pajarito que a todas horas está cantando. Nos tiene un cariño, un amor... que.... ¡Si te diga que pareces de la familia! ¡Qué cuidados con Carmen! Es muy viva, muy sabia; escribe que es un, ¡encanto! Ya conoces su letra; ella escribe cuando yo estoy con la jaqueca. La pobrecita ha sido muy desgraciada. ¡Dios le dé un buen marido!... Pues... pedírselo a San Antonio.
Estábamos, sin duda en la miseria; algunas veces pedía yo pan y no había pan para mí. Mi madre, Dios la tenga en el cielo, me abrazaba y se echaba a llorar: «Linilla, me decía Dios nos dará pan; vamos a pedírselo». Y me ponía de rodillas, y me hacía rezar, con las manos juntas sobre el pecho, como un angelito de esos que vimos el otro día en la capilla de San Antonio.
Sí, pero por especial merced, pues en virtud de pedírselo yo en tu nombre va a sacrificar a uno de sus adoradores, me parece que a mi amigo Felipe Auvray, y tengo el número cinco. ¡El número cinco! dijo Magdalena. Y después de meditar un momento, añadió: ¡Así, bailarás un vals! Puede ser contestó Amaury en tono indiferente.
Negaría su consentimiento, y el pedírselo no conduciría más que a exponer a la pobre institutriz a alguna afrenta humillante. Lo mejor era callarse, resignarse, obedecer; y aquella hija de soldado fuertemente impregnada de disciplina sería la primera en aconsejárselo. En el fondo, su resolución estaba ya tomada.
Al cabo de un rato de silencio, dijo con voz temblorosa: Puede usted hacerme un favor muy grande... Un favor que le agradecería mientras tuviese un soplo de vida... Pero no me atrevo a pedírselo... Le repito que estoy a sus órdenes, y que todo lo que pueda hacer en su obsequio debe usted darlo por hecho...
Entonces la mentira que había dicho a su marido convirtiose en realidad. Antes de verle sin dinero en el bolsillo se arriesgó heroicamente a pedírselo a su madre. Fue una escena baja, sórdida, repugnante. Carlota sufrió con valor los sarcasmos de su madre y venció a fuerza de paciencia y tenacidad sus repetidas negativas.
Y muerta ella, ¿no debía todavía y siempre inspirarse en su memoria y seguir sus enseñanzas? ¿No era ese el modo de hacerla revivir?... Y ¿cuál habría sido su consejo, si él hubiera podido pedírselo y ella hubiera podido dárselo? ¿Cómo habría obrado ella en una situación semejante a la que él se encontraba? Sí: el odio le animaba, le inspiraba el ansia de la venganza.
La sangre se lava con sangre. Me heriste con la mano, yo te heriré con el sable. Tu rostro mutilado hará reír a las mujeres hermosas: Schelosser y Mercier, Thibert y Savile, te volverán la espalda con desprecio. Perderás para siempre el perfume de las rosas de Izmir. ¡Que Mahoma me dé fuerzas, que el valor no tengo que pedírselo a nadie! ¡Hurra! ¡que armado estoy para el combate!
Si el maquinista quisiera parar antes de llegar a Piedrasblancas dijo la mujer nos ahorrábamos deshacer el camino. Es verdad dijo el marido. Díselo a Felipe. No sé si cederá. ¿Qué se pierde con pedírselo? El no ya lo tienes en casa. El marido asomó su faz redonda por la ventana, y espió largo rato los movimientos del revisor. Al fin se resolvió a hacer seña de que se acercase.
Palabra del Dia
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