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Ambas quedaron fuertemente sorprendidas al hallarla con los ojos enrojecidos por el llanto. ¡Quién diría, hermosa, al verte con los ojos llorosos, que ha caído sobre ti la bendición de Dios! exclamó la tía Brígida poniéndole cara halagüeña. Todos los vecinos estamos alegres más que las pascuas, al ver cómo la fortuna te ha entrado por las puertas.

Capitan Basilio se encargaba con mucho gusto y como quería tener propicio al militar para que no le moleste en las personas de sus trabajadores, no quería aceptar la cantidad que el alférez se esforzaba en sacar de su bolsillo. ¡Es mi regalo de Pascuas! ¡No lo permito, Capitan, no lo permito! ¡Bueno, bueno! ¡Ya arreglaremos cuentas despues! decía Capitan Basilio con un gesto elegante.

Y así me casé con ella, y hasta agora no estoy arrepentido; porque, allende de ser buena hija y diligente, servicial, tengo en mi señor acipreste todo favor y ayuda. Y siempre en el año le da en veces al pie de una carga de trigo, por las Pascuas su carne, y cuando el par de los bodigos, las calzas viejas que deja; e hízonos alquilar una casilla par de la suya.

Puedes firmar por dieciséis mil. No digas que no, rico mío. Completa tu sacrificio. Necesito algún dinerillo para pagar ciertas cuentas, y además, las Pascuas vamos a pasarlas en nuestra casa de Burjasot; vendrán amigos, y hay que quedar bien. Ante todo, el decoro de la familia y no caer en el ridículo.

Corrimos a su encuentro, y me maravillé viéndole gozoso como unas pascuas. «Pero D. Rafael... le dijo mi amo con asombro. Bueno y sano contestó D. José María . Es decir, sano, no; pero fuera de peligro , porque su herida ya no ofrece cuidado. El bruto del cirujano opinaba que se moría; pero bien sabía yo que no. ¡Cirujanitos a !

En esta confusión, cuando Juanito, sacando los codos, guardaba de empujones a las dos mujeres, vio a corta distancia a su familia y la del señor Cuadros. Desde las Pascuas que era grande la intimidad entre las dos familias; Juanito había oído hablar la noche anterior de cierto plan de esparcimiento matutino, como principio de fiesta, por ser los días de Amparito.

Iba a cantarse una misa con acompañamiento de orquesta y de voces: algo extraordinario, como la ópera, del Teatro de San Fernando cuando llegaban las Pascuas. Luego entonarían los sacerdotes el Te Deum en acción de gracias por la salvación del señor Juan Gallardo, lo mismo que cuando el rey entraba en Sevilla. Se presentó la comitiva abriéndose paso en el gentío.

Esto necesita explicación: los artesanos en general no se embriagan más que el domingo y el lunes, algún día entre semana, las pascuas, los días de santificar, y por este estilo: el zapatero de viejo es el único que se embriaga todos los días: ésta es la clave de la paliza diaria; el vino, que en otros se sube a la cabeza, en el zapatero de viejo se sube a las espaldas de la mujer: es decir, que se trasiega.

Maravilla será que acierte, porque no hará sino harbar, harbar, como sastre en vísperas de pascuas, y las obras que se hacen apriesa nunca se acaban con la perfeción que requieren. Atienda ese señor moro, o lo que es, a mirar lo que hace; que yo y mi señor le daremos tanto ripio a la mano en materia de aventuras y de sucesos diferentes, que pueda componer no sólo segunda parte, sino ciento.

Dentro de un ratito estaremos libres de pesadumbres, yo dando cuenta a Dios de mis pecadillos, y contento como unas pascuas danzando por el Cielo, que está alfombrado con estrellas, y allí parece que la felicidad no se acaba nunca, porque es eterna, que es como dijo el otro, mañana y mañana y mañana, y al otro y siempre...» No pudo hablar más. Yo me agarré fuertemente al cuerpo de Medio-hombre.