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Actualizado: 25 de junio de 2025
7 Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz hijo. 9 ¿Yo, que hago dar a luz, no estaré de parto? dijo el SE
Habíale dicho también el criado como iba proveído por oidor a las Indias, en la Audiencia de Méjico. Supo también como aquella doncella era su hija, de cuyo parto había muerto su madre, y que él había quedado muy rico con el dote que con la hija se le quedó en casa.
Mas era tal la cólera que se pintaba en el rostro de Emma en cuanto su esposo indicaba siquiera el deseo de que se pesaran con detenimiento las razones del médico, que el infeliz Reyes continuó aplazando su resolución de tomar el mando de la casa y ser el marido de su mujer para después del parto. «No; no perdamos lo más por lo menos.
A dósis débiles, y sin desarrollar síntomas accesorios, la belladona provoca y sostiene la dilatacion del orificio uterino, cuando este no se dilata suficientemente con los verdaderos dolores de parto; lo mismo sucede en algunos casos de dismenorrea con eretismo congestivo del útero, y en la incontinencia nocturna de los niños debida á la contraccion activa del esfínter de la vejiga.
Revolucion sin lanzas ni fusiles, Un alto pensamiento fué su Aquiles, Y la razon su escudo tutelar; Revolucion fundada en la justicia, Que tuvo los principios por milicia, Y por columna ardiente la verdad. Revolucion con cauda de cometa, Que atravesó el espacio, cual saeta Despedida del arco del Señor; Parto de mil ideas generosas Que volaron en chispas luminosas Por todo el continente de Colon.
Si tú por tal me tuvieses, A fe que luego hicieses Lo que ruego, sin porfia. Lo que tu quieres, yo quiero, Porque al fin, te soi esclavo. Esas palabras alabo, Mas tus obras vitupero. Quál ha sido por mí hecha Que en ella no te complaces? Aquellas que no me haces, Me tienen mal satisfecha. Señora, no paro mas: Por agua me parto luego. Otra agua pide mi fuego Que no la que tu trairás.
Dice así en la epístola de Belardo á Amarilis: «Feliciana, el dolor me muestra impreso De su difunta madre en lengua y ojos; De un parto murió; ¡triste suceso! Porque tan gran virtud á sus despojos Mis lágrimas obliga y mi memoria, Que no curan los tiempos mis enojos. De sus costumbres santas hice historia Para mirarme en ellas cada día, Envidia de su muerte y de su gloria.
Si ella fuere buena, fiel y verdadera, tendrá siglos de vida; pero si fuere mala, de su parto a la sepultura no será muy largo el camino.
Y fueron hechos relámpagos y voces y truenos y terremotos y grande granizo. 1 Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. 2 Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, y sufría tormento por dar a luz.
Dejemos por cosa innecesaria la historia de este parto laborioso, y pasemos de un salto, que el lector dará con gusto, por lo que le abrevia el camino, a los linderos del comedor de nuestro personaje, desde donde podemos contemplar, sin ser vistos, el cuadro resultante de tantas, tan profundas y tan conmovedoras cavilaciones, con lo demás que se siguió como fin y remate de la fiesta.
Palabra del Dia
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