Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 13 de julio de 2025


Algunas mañanas asomábase a la capilla Mozárabe, siguiendo atentamente la anticuada liturgia de los sacerdotes adscritos a ella, fieles guardadores del culto católico de la Edad Media. En las paredes estaban representadas, con vivos colores, las escenas de la conquista de Orán por el gran cardenal Cisneros.

A la derecha, varias casas antiquísimas, destartaladas, con corrales interiores, rejas mohosas y paredes sucias, ofrecen el conjunto más irregular, vetusto y mísero que en arquitectura urbana o campesina puede verse.

36 Entonces mandará el sacerdote, y limpiarán la casa antes que el sacerdote entre a mirar la plaga, para que no sea contaminado todo lo que estuviere en la casa; y después el sacerdote entrará a reconocer la casa. 37 Y mirará la plaga; y si se vieren manchas en las paredes de la casa, verdosas, profundas o bermejas, las cuales parecieren más hundidas que la pared,

Y el admirador se sentó, con la satisfacción de un devoto que entra en el santuario del ídolo, dispuesto a no moverse de allí hasta el último instante, recreándose al recibir el tuteo del maestro, y llamándole Juan a cada dos palabras, para que muebles, paredes y cuantos pasasen por el inmediato corredor pudieran enterarse de su intimidad con el grande hombre.

Sólo en invierno, las paredes sucias y agrietadas se veían por entre las ramas desprovistas de hoja; pero en cualquiera otra época del año, para ver el molino, había que penetrar en la plazoleta que se extendía ante su puerta, espantar el grupo de ocas y despertar de su cuchitril al perro guardián, siempre gruñendo.

Las virtudes más hermosas de la religión cristiana, que son la caridad y el sacrificio por los demás, no pueden practicarse sino en medio de la sociedad. ¿Para qué sirven todas las que una joven llega a adquirir si han de quedar encerradas entre cuatro paredes; si el mundo no se ha de aprovechar de ellas jamás?

Dan las dos en el reloj de la ciudad, un antiguo marabut, cuyas frágiles paredes blancas percibo desde aquí... ¡Pobre diablo de marabut! ¿Quién le hubiese dicho hace treinta años que un día tenía que sostener en medio del pecho una gran esfera municipal, y que todos los domingos a las dos en punto daría la señal a todas las iglesias de Milianah para tocar a vísperas?... ¡Tilín, talán!

Marenval entró en un vasto salón un poco sombrío y espléndidamente amueblado con una sillería antigua de tapicería. En las paredes se veían algunos cuadros notables, restos de una buena colección dispersada por ventas sucesivas. En los ángulos había unas vitrinas vacías.

Iban todos confundidos, aplastándose en las calles estrechas entre el «paso» enorme y las paredes, pero con los ojos fijos en los de la imagen, hablándola, lanzando piropos a su hermosura y su milagroso poder, con la inconsciencia del vino y de su ligero pensamiento de pájaro. ¡Olé la Macarena!... ¡La primé Virgen der mundo!... ¡La que le da por el... pelo a toas la Vírgenes!...

Un corredor o galería, sostenida por columnas de mármol, le circundaba; y así en la galería, como en varias salas a que la galería daba paso, había mesas de tresillo, otras con periódicos, otras para tomar café o refrescos; y, por último, sillas, banquillos y algunas butacas. Las paredes estaban blancas como la nieve del frecuente enjalbiego, y no faltaban cuadros que las adornasen.

Palabra del Dia

malignas

Otros Mirando