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Actualizado: 26 de septiembre de 2025
Se trataba de un precioso servicio de café, de legítima procedencia chinesca, que mi abuelo compró en un puerto del Pacífico, a bordo de un navío inglés que volvía del Celeste Imperio. Era el encanto de la casa. Un día, jugando a la pelota, ¡chas! quedó hecho pedazos. Pues bien, como te iba yo diciendo: prosiguió mi tía, es muy buena muchacha... y te quiere mucho.
Cuando estuvo en edad para ello, le mandaron a la escuela. Dio señales de ser un niño pacífico, reservado, sensible, y comenzó a aprender sus lecciones muy bien.
Eres un hombre pacífico, que no ha aprendido el arte de asesinar, y aquel individuo es un profesional de las armas; si te hubieses vengado sin regla alguna, apelando a lo que crees tu derecho, su familia poderosa se hubiera ensañado en ti.
Pasó el Goethe por entre buques tan enormes como él, trasatlánticos que iban con rumbo a Europa o a los puertos del Pacífico, y sólo anclaban unas horas, cerca de la embocadura, para salir inmediatamente. Sus luces rojas, verdes y blancas reflejábanse con violento serpenteo en las aguas removidas por el paso continuo de lanchas y remolcadores.
Primeramente, tribus miserables y escasas vagaban por las costas, buscando el alimento de los crustáceos arrojados por las olas: una vida semejante á la de los pueblos rudimentarios que Ferragut había visto en las islas del Pacífico.
Además en 1779 se declaró la guerra entre España e Inglaterra, y reiterados avisos de Europa afirmaban al nuevo virrey que la reina de los mares alistaba una flota con destino al Pacífico.
Velázquez sonriendo procuró calmarle; pero cuanto más pacífico se mostraba, más se crecía el anciano, hasta el punto de que, temiendo que se propasara á vías de hecho, el señor Rafael, que era el menos borracho de todos, hizo seña al guapo de que se fuese.
El piso alto del Tribunal está basado en arquerías, terminando en azotea, construcción rarísima en Filipinas, que hace recordar las casas de Alicante y Valencia. En la plataforma del castillo de San Diego pasamos al lado del virtuoso párroco Fray Mariano Granja, una alegre velada respirando las puras emanaciones de las ondas del gran Pacífico.
El perro tomó sin duda estas palabras por una orden, porque, de un salto, franqueó el foso y se lanzó con la boca abierta y los ojos feroces sobre el pacífico grupo. Pero en un segundo, la escena cambió. El hombre levantó la cabeza y con voz enronquecida, que Herminia no reconoció, dijo: ¿Qué es esto? ¿Se hace devorar á los viajeros en este país? ¡Á él, Dear!...
En mis excursiones por uno de los pintorescos ríos de la contra-costa de Tayabas, que desembocan en el Pacífico, vi deslizarse pesadamente una balsa de cañas, sobre las cuales tranquilamente dormía un indio.
Palabra del Dia
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