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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Pero las puertas del castillo estaban bien guardadas por soldados españoles, y no dejaron pasar a mis emisarios. Poco después, presentóseme el oficial que los mandaba, y me dijo respetuosamente: »Vengo a cumplir una orden bien sensible para . Estoy encargado de prender a usted. »A , señor oficial? », a la condesa de Pópoli. »¿De orden de quién? »Del Rey.

Pero el Conde ha rehusado altivamente, preguntándome quién era... ¡Quién era, señora!... ¡cuando se trataba de morir!... ¡Huérfano, bastardo tal vez, no tengo derecho a que me mate un noble, un señor!... el conde de Pópoli. Parece que es un crimen aspirar a este honor, porque el señor Duque me hizo azotar. »¡A usted, Carlos! », azotado...

Escribo la presente desde Arcos: desde el día en que Su Majestad se dignó conceder gracia a la condesa de Pópoli, conoce mis sentimientos para con ella: afección insensata, probablemente, pero que no acabará sino con mi vida, así como mi gratitud y mi respeto para Vuestra Majestad.» »Cuando me hubo dado a leer esta carta, la cerró, selló y envió por un correo.

La condesa de Pópoli habíase interrumpido más de una vez durante su largo relato, y más de una vez abundantes lágrimas corrieron por sus pálidas mejillas, manifestando a sus jóvenes amigos el dolor que experimentaba con tan penosos recuerdos.

»Mi tío me miró con sorpresa y prosiguió fríamente: »Te he hecho venir, no para pedirte consejo, sino para prevenirte que he ofrecido tu mano a uno de mis vecinos. »Me turbé de tal modo, que creí que iba a perder el conocimiento. Mi tío me mostró con el dedo un sillón, y, sin interrumpirse, continuó diciendo: »He elegido el más rico y más noble, el hijo del conde de Pópoli.

»Me vi obligada a obedecer y, un momento después, subía al coche que se me tenía preparado. Llegamos al Castillo-Nuevo, donde fui encerrada. El conde de Pópoli había sido igualmente arrestado aquella misma noche en casa de un caballero vecino nuestro, que estaba complicado con él en la conspiración que se tramaba.

»Cuando transcurrieron los tres meses, pedí de nuevo otra prórroga; pero era necesario ceder a la voluntad del Duque, a mi promesa, a la fe jurada... ¡Ay de ! ¡no hay poder divino ni humano que pueda cambiar el destino! ¡Mi cabeza estaba trastornada, mi corazón herido; sólo quedaba mi mano, y el duque de Arcos dispuso de ella! »¡Era ya condesa de Pópoli!

»El conde de Pópoli me saludó con respeto, y después se volvió a mi tío, el cual, continuando la conversación comenzada, le dijo fríamente: »Dentro de quince días y en la capilla del castillo, mi capellán celebrará el matrimonio. »A lo que el Conde contestó inclinándose: »Como guste, monseñor.

»El conde de Pópoli, dueño de una inmensa fortuna, que aumentó considerablemente al agregársele la del duque de Arcos, mi tío, creía que su nombre y sus riquezas le daban derecho para figurar a la cabeza del gobierno. No había pensado nunca que el talento debe tenerse en cuenta, y habíase indignado de la poca importancia que siempre le concedió la corte de España.

Palabra del Dia

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